Han pasado seis meses desde que Microsoft lanzara su más nueva versión de Windows.
Fue un salto importante en la historia de los de Redmond; por primera vez el software estaba adaptado a los omnipresentes tablets.
Surgieron muchas dudas sobre si en una industria bicéfala, dominada por iOS y Android, tendría cabida el tardío Windows 8. Medio año después de su lanzamiento, las cifras acallan a los incrédulos.
Microsoft ha vendido 100 millones de licencias Windows 8, siguiendo la senda de su versión anterior. En los últimos cuatro meses ha sumado 40 millones, de los 60 anunciados en enero, como recoge Reuters.
La compañía ha dicho que actualizará el software, un cambio que tiene nombre provisional: Windows Blue. Lo hará a finales de año y los detalles sobre los cambios se darán a conocer en pocas semanas.
“Somos muy conscientes de la necesidad de cambio y de cambiarlo lo antes posible”, ha dicho Tami Reller, una de las ejecutivas al frente de la división de Windows, tras la sonada marcha del veterano Sinofsky.
Girará en torno a tres temáticas: desinformación, contrainteligencia y credenciales expuestas.
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