Para las pruebas se utilizó plataforma Intel con el microprocesador más potente del mercado de consumo, un Core i7 con cuatro núcleos y 8 hilos de procesamiento unidos a una unidad de estado sólido también del fabricante, como dispositivo de almacenamiento y del sistema.
Según la información, Windows 7 aprovecha los ocho hilos de ejecución del Core i7 para repartir las tareas de inicio del sistema y optimizar los tiempos de carga. La eficiencia del sistema manejando las unidades de estado sólido, muy rápidas especialmente en tiempos de arranque, lograron lo imposible, Windows 7 arrancando en 11 segundos.
En INQ hemos probado a fondo el sistema en sus versiones beta, RTM y OEM con varios equipos y no nos acercamos ni de coña a estos valores, a pesar de las mejoras evidentes en este aspecto respecto a Vista. Para ser honrado, conviene indicar que tampoco hemos logrado acercarnos con ninguna distribución GNU/Linux (como llegan al mercado sin optimizaciones del kernel ni personalizaciones), a los registros anunciados de arranque en tres, cinco, seis o diez segundos, a pesar de la mejora con el sistema de archivos ext4.
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