Las presiones a la que está sometida la actividad de WikiLeaks han llegado a ahogarla económicamente y amenazar con su cierre en más de una ocasión. De hecho, su fundador Julian Assange asegura que el portal pierde unos 500.000 euros semanales desde el comienzo de la filtración de cables diplomáticos, por el bloqueo de cuentas.
Esto implicaría dejar de estar sometida a jurisdicciones estatales, para acogerse a la Convención de la Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, lo que permitiría a la organización ganarse un buen respiro.
Sealand es un territorio desvinculado del Gobierno del Reino Unido, después de que en 1968 el ex-oficial del ejército Roy Bates instalara allí su residencia y declarase su independiencia como “micro-nación” monárquica. Además, el príncipe reinante, su hijo Michael, defiende el espacio como refugio para la libertad de Internet, con dominios “.sea” y conexiones vía satélite y Wi-Fi.
Aunque hay quien considera que ni un traslado a alta mar protegerá a WikiLeaks de las presiones de políticos y empresas, sobre todo porque ningún país ha reconocido la soberanía de Sealand y porque los responsables del servicio tendrían que mudarse allí junto con los servidores, la decisión parece firme. De hecho, sus inversores han comenzado a mirar barcos con los que realizar la “mudanza”, según informa FoxNews.
En la actualidad, estos servidores están ubicados en Suecia e Islandia.
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