WhatsApp gratis. ¿Y ahora qué?

Jan Koum, CEO de WhatsApp, anunció hace un par de semanas que la aplicación abandona definitivamente la modalidad de suscripción de pago, por lo que no volverá a cobrar 0,89 euros anuales a sus usuarios.

La compañía publicó poco después un post en su blog, donde ratificaba las palabras de su máximo responsable.“Estamos muy entusiasmados en anunciar que de ahora en adelante WhatsApp no contará con un modelo de subscripción, será gratis”, afirmaba. Además, explicaba los motivos de dicho cambio. “Ahora que nuestra compañía ha crecido, nos hemos dado cuenta de que el modelo por subscripción no funciona bien. Muchos de nuestros usuarios no cuentan con una tarjeta de debito o crédito, y se preocupaban al pensar que perderían contacto con sus amigos y familiares después del primer año gratis”, precisaba.

También indicaba someramente cuál es el camino que emprenderá a partir de ahora. “Se preguntarán cómo seguiremos funcionando sin un modelo por subscripción y si nuestro anuncio significa que ahora habrá publicidad de terceros. La respuesta es no. Empezando este año, realizaremos pruebas con herramientas que te permitirán comunicarte con negocios y organizaciones que tú elijas, señalaba el post. La cursiva no la añadimos nosotros, sino que WhatsApp quiere resaltar con ella que dicha comunicación se tratará de una elección del usuario.

Los motivos del cambio

¿Pero por qué se produce ahora este cambio? “La política de hacer pagar por la app no tenía mucho sentido, puesto que los ingresos que se generaban eran muy escasos, debido a que muchos usuarios nunca pagaban y se les renovaba la licencia de uso igualmente. Y en la gran mayoría de países, la app permaneció siempre 100% gratuita, porque los sistemas de pago por apps no eran suficientemente maduros. Se calcula que sólo un 3% de los usuarios pagó por la renovación de la licencia de uso”, declara Carles Garrigues, director del máster de desarrollo de aplicaciones para dispositivos móviles y profesor de Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la UOC.

Según explica, “el hecho de poner un precio a la app respondía a la necesidad de demostrar que la aplicación tenía un alto valor de mercado en un momento en el que WhatsApp buscaba un comprador. La prioridad siempre fue ampliar la base de usuarios”. Así, aclara que “cuando Zuckerberg compró WhatsApp, dio a sus fundadores dos años para seguir concentrándose en la ampliación de su base de usuarios. Ahora que esos dos años ya han pasado y que se ha llegado a los 1.000 millones de usuarios activos, Facebook cree que ha llegado la hora de intentar sacar un rendimiento a la aplicación. Este rendimiento, sin embargo, no tiene porqué ser principalmente económico. Pueden estar buscando notoriedad principalmente”.

En la misma línea, Ricardo Pérez, profesor de Sistemas y Tecnologías de la Información de IE Business School, remarca que “la necesidad de rentabilizar las nuevas plataformas de comunicación no es algo nuevo, ya se empezó a hacer con Instagram después de años sin ingresos tras la compra por Facebook. El proceso es siempre el mismo en esta economía de plataformas: hacer crecer el número de usuarios creando la mínima fricción y luego ir superponiendo modelos de negocio y oportunidades de interacción nuevas cuando los usuarios de la plataforma son suficientemente numerosos”.

En su opinión, dejar de cobrar por la suscripción de WhatsApp supone dos beneficios a la compañía. “Se elimina un posible freno al crecimiento, que realmente no representa un ingreso por usuario relevante y que está muy lejos de lo que genera Facebook o Twitter. Por otro lado, se abre la puerta a modelos más escalares y menos limitados, basados en la riqueza de interacciones y en el uso masivo por segmentos dispuestos en teoría a pagar un premium por servicios adicionales”, precisa. Respecto a esta última vertiente, Pérez indica que “el espejo sería Skype, que consigue tener modelos de ingresos alternativos basados en servicios de valor añadido para empresas y superusuarios”. Así, recuerda que “Facebook anuncia que va a explorar servicios para empresas y opciones para permitir que éstas lleguen mejor a sus usuarios”.

Por eso, es fundamental ‘dar con la tecla’ para que funcione. “La clave en todo esto es que sean escalares y respeten el espíritu de la herramienta, cómo es usada por todos nosotros: qué modelos se pueden proponer que no molesten y creen valor añadido. No es fácil, y hemos visto fracasar a Twitter al intentarlo. Al menos WhatsApp es tan útil que no hay que explicárselo a nadie. Además, tiene algo que lo diferencia de muchos otros servicios: es tan útil en tu vida diaria que las cosas se tendrían que poner muy mal para que dejaras de usarlo. Este vínculo con la vida diaria es lo que puede ser su tabla de salvación”, comenta Pérez. Ahora el desafío es “conectar con la relación diaria que tiene el usuario con el mundo de la empresa, con las marcas, para que también sea relevante”, añade.

Aplicación práctica

El éxito o fracaso de esta decisión dependerá de cómo se lleve a la práctica finalmente. ¿En qué podría cristalizar? “Por lo que comentan desde WhatsApp, su idea es que los usuarios puedan interaccionar con su banco para saber si se ha producido un error en su transferencia, o con su compañía aérea para saber si su vuelo se ha retrasado, por ejemplo. En cualquier caso, la cristalización concreta de esta idea dependerá de cómo las empresas quieran utilizar el potencial de WhatsApp”, anota Garrigues.

Así, el profesor de la UOC reseña que la puesta en práctica “dependerá en buena parte de los acuerdos que WhatsApp establezca con los bancos, compañías aéreas y otras grandes empresas. Serán éstas las que decidirán cómo quieren utilizar WhatsApp para ofrecer una nueva experiencia de comunicación con sus usuarios y clientes”.

Otra duda que se plantea es si WhatsApp podría ser rentable bajo el nuevo modelo de negocio. Garrigues opina que “es difícil que llegue a sacar muchos ingresos”. Y destaca otro aspecto relevante. “La pregunta que se hace todo el mundo es si Facebook llegará a recuperar lo que pagó por WhatsApp en su momento, y parece difícil que lo consiga por este camino. Esto no significa, sin embargo, que Facebook no tuviera motivos para hacer lo que hizo, por supuesto”, apunta.

Datos personales y seguridad

Uno de los aspectos más espinosos de este nuevo modelo es su encaje en el marco actual de protección de datos personales. El experto de la UOC reconoce que “una limitación evidente es que WhatsApp no puede dar acceso a las empresas a nuestra lista de contactos del teléfono. Esto infringiría cualquier legislación vigente sobre protección de datos. Sin embargo, por lo que se deriva del comunicado de WhatsApp, la empresa no tiene intención de poner anuncios ni enviar spam a través de la app, por lo que parece muy poco probable que quieran vender nuestros datos personales a las empresas para que puedan hacer precisamente eso, enviarnos spam o anuncios”.

En este ámbito también será importante la puesta en marcha del nuevo sistema de cifrado de WhatsApp, en el que ya está trabajando. “El nuevo sistema de cifrado ayudará sin duda a que las empresas confíen en WhatsApp para establecer nuevos canales de interacción con clientes y usuarios. Es evidente que tener un sistema de comunicación con notorias y bien conocidas debilidades en seguridad supondría un obstáculo enorme para WhatsApp a la hora de cerrar acuerdos con empresas que quieran implantar nuevos sistemas de interacción con sus usuarios”, advierte Garrigues.

Igualmente , el experto de IE Business School hace hincapié en la importancia de la seguridad si WhatsApp aspira a entablar una relación relevante en la vida diaria de sus usuarios. “Si quiero permitir transacciones, incluso monetarias, con empresas o instituciones, tengo que tener un nivel de seguridad mucho más elevado. No vale el desastre que es ahora”, asegura.

David Ramos

Soy periodista freelance especializado en información económica, gestión empresarial y tecnología. Yo no elegí esta especialidad. Fue ella la que me escogió a mí.

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