Pronto, todas las cosas que llevamos encima y las que usamos en nuestro hogar, también estarán conectadas. Los wearables y el Internet de las Cosas permiten vislumbran un futuro que hasta ahora solo habíamos visto en algunas películas de ciencia ficción, pero que ya está aterrizando en nuestro presente. Para bajarnos de las nubes esas tecnologías, el viernes se celebró en ESIC la II Wearable Technology e Internet of Things, con la presencia de muchos gigantes tecnológicos y otras empresas más modestas que están ejerciendo como primera línea de batalla en ambos campos.
Intel es una de las majors TIC que ya está pensando en esta revolución. El fabricante de chips cuenta con Intel Curie, microprocesadores del tamaño de un botón que podrán ir instalados en cualquier wearable. Estos minúsculos chips, solo necesitan quién los vista. Pueden ir ubicados en unas gafas inteligentes, en pendientes o cinturones. “La gente en el futuro solo estará preocupada por el diseño, no por lo que hay dentro”, vaticina Jorge Lang, director de Innovación para el Sur de Europa de Intel.
El responsable prefiere hablar del Internet of Persons en lugar del Internet of Things porque asegura que “cuando veamos todo junto el wearable formará parte de las personas conectadas, de la casa conectada. Los wearables serán nuestro interfaz de esos otros dispositivos”, augura.
Lang subraya que “los mundos separados se están empezando a conectar mediante APIs abiertas. Los mundos cerrados tendrán que abrirse para dar acceso a sus datos a otros”. Porque para el director de innovación el hardware y las piezas serán asequibles y detrás de todo ello subyacerá el Big Data, las analíticas para generar un modelo de negocio completo.
Otro fabricante de chips, Qualcomm, también dio su propia perspectiva en el evento. Esta productora de chips móviles lo ha tenido más fácil que Intel para dar el salto a los wearables, porque llevaba más tiempo trabajando para el mundo móvil. Eloy Fustero, director de desarrollo de negocio de la empresa en España, habla de que el gran desafío para ellos ahora es “la escalabilidad hacia abajo. Hay que pensar en pantallas más pequeñas, que consuman poquito y aguanten mucho tiempo”. Fustero pronostica que pronto las tecnologías cognitivas irrumpirán con fuerza en el Internet de las Cosas y “las llevarán estos dispositivos para aprender. Así irán más rápido”.
Uno de los campos que más están cambiando gracias a los wearables es el mundo del deporte y del ejercicio. Las empresas dedicadas a este ámbito tampoco faltaron en el evento. Iris Córdoba, directora del Global Sports Innovation Center de Microsoft, recordó cómo la compañía de Redmond está apoyando a las startups y pequeñas empresas que están queriendo innovar en este segmento a través de su nuevo centro y de su división Microsoft Sports.
El fabricante de las pulseras inteligentes más vendidas del mundo, Fitbit, explicó su diferencia fundamental respecto a otros players dedicados a diferentes segmentos: “Nuestro core business han sido y son desde siempre los wearables y tenemos mucha experiencia en ellos”, señaló Conchi Sánchez, country manager de Fitbit para Iberia. Aunque este sector es emergente la empresa cuenta ya con 8 años de trayectoria, presencia en 49 países y una plantilla de 650 trabajadores.
La ejecutiva subrayó la variedad, la innovación, la compatibilidad, la gran comunidad y la marca como factores principales para su éxito. Además, defendió las bondades de su tecnología PurePusle, que permite la monitorización continua del pulso. Según Sánchez, ya hay empresas interesadas en usarla para control del estrés, supervisión del pulso en reposo para prevenir futuras enfermedades y la optimización de las dietas gracias a un mayor control de las calorías.
FirstV1sion, una empresa española que asegura querer convertirse en “el Street View del deporte”, mostró cómo en el futuro podremos meternos en los zapatos de los deportistas a través de los wearables. Esta startup cuenta con una camiseta inteligente y soluciones de broadcasting para realizar retransmisiones en primera persona. Así los usuarios pueden ver un partido de fútbol, por ejemplo, desde la perspectiva de Iniesta. Los árbitros de la Final Four de Basket ya han comenzado a usar sus productos.
Pese a que los dispositivos vestibles empiezan a democratizarse, aún cuentan con grandes tasas de devolución. ¿Por qué se produce esto? Emilio Avilés, CEO y cofundador de SlashMobility cree que para muchas personas los wearables no acaban de despertar la confianza de los usuarios. “Si me monitorizas no me mola, solo si me vas a ayudar”, señala Avilés.
Respecto a esta ‘ayuda’ Frederic Llordachs, de Doctoralia, comenta que los wearables permiten el “empoderamiento del paciente, que seamos más activos y participativos en nuestros tratamientos”. El emprendedor, señala que “lo que no se mide no existe”.
Javier Sirvent, cofundador de Zerintia, tiene la opinión de que los usuarios abandonan rápidamente estos dispositivos “por el querer cambiar”. Este evangelista de los wearables explica que la gente quiere variar el diseño y el aspecto de estos gadgets y, en este sentido, pronostica cómo Apple va a “hacer una millonada” gracias a las texturas del Apple Watch, las cuales ahora mismo no permite comercializar a terceros en iTunes, pero podrían suponer otro importante negocio para los de la manzana por “el aparentar”..
No obstante, Sirvent, también vaticina que en dos años se tendrá la pulsera de monitorización perfecta. “Se podrá medir el nivel de diabetes, el azúcar, se tirará una gotita de sangre y obtendrás un análisis completo. Tendrás en la muñeca todos los médicos frikis del mundo”, señala. El fundador de Zerintia también espera que se popularicen las pantallas curvadas entre los fabricantes y se mejore el consumo y la autonomía. Pero hay un escollo importante que salvar: “Ahora la gente lo entiende como monitorización y se tiene que vislumbrar como un top”.
Por su parte, desde SlashMobility son aún más arriesgados y consideran que en no mucho tiempo los wearables no solo estarán en el segmento de consumo, sino también en el B2B, de manera similar a cómo ha ocurrido con los smartphones y los tablets. “En el 2020 solo un veinte por ciento de los empleados no va a utilizar wearables en el trabajo. Acordaos bien de lo que os digo”, apostilla Avilés. Este tiene una particular teoría sobre cómo estos gadgets son capaces de hacer más felices a los trabajadores, cubriendo casi todas las necesidades de la pirámide de Maslow.
Durante el II Wearable Technology e Internet of Things se ha podido conocer cómo algunas utilizan los dispositivos ponibles para facilitar la vida a sus clientes. Han sido los casos de Telepizza y la EMT (Empresa Municipal de Transportes), responsable del servicio de autobuses urbanos de la ciudad de Madrid.
Esta última explica su estrategia de abrir sus datos en tiempo real para facilitar a los desarrolladores y las empresas la integración en sus servicios y que los usuarios puedan calcular fácilmente los tiempos de tránsito y conocer las posibles incidencias. También revelan cómo disponen de una red wifi urbana de más de 2.000 puntos de acceso y 5.500 códigos QR y tags NFC situadas en sus paradas. Hay 40 apps de terceros en los markets que se centran en herramientas de la EMT, pero la propia Empresa Municipal de Transportes ha creado las suyas propias.
En el ámbito de los wearables disponen de una app para Samsung Gear (y próximamente también para Apple Watch) que permite saber cuándo tarda nuestro autobús, navegar por la línea e incluso nos avisa segundos antes de nuestra parada a través de un zumbido. “Se trata de una herramienta muy útil para los usuarios de las líneas nocturnas de búho”, señala el responsable TI de la EMT, Enrique Diego Bernardo.
Telepizza es otra de esas empresas que ha decidido no descolgarse de las nuevas tecnologías y extender sus tentáculos hacia el mundo wearable, según su director de desarrollo de aplicaciones, Alejandro Andre, porque quería “mejorar nuestra imagen de mercado, ser más tecnológicos, llegar a los millenials y, por supuesto, también divertirnos haciendo cosas nuevas”. Con hasta un 60% de representación en sus ventas a través de canales digitales en algunos lugares y casi un 30% de las compras realizadas ya desde dispositivos móviles, la cadena de pizzerías ha explicado cómo primero (en 2014) desarrollaron una app para el Pebble que permitía realizar a los usuarios su pedido favorito con un solo click y el pago en efectivo.
Telepizza también creo el año pasado una aplicación para las Google Glass, que ofrecía a los usuarios ofertas sobre la marcha y que escogieran aquella que más les interesara en la tienda más cercana, con la posibilidad de guiarles con mapas hasta el local. El culmen de la simplicidad llegó hace unos meses con el botón ClickandPizza, un dispositivo cien por cien autónomo capaz de durar entre tres meses y un año que se pega a la nevera como un imán y que ofrece ordenar una pizza con solo la pulsación de un botón. El cliente recibe un SMS, un correo electrónico diciendo que se ha recibido el pedido.
“Los wearables le dan al cliente la capacidad de usar nuestros servicios con la mayor comodidad, cercanía e inmediatez y le proporcionan multicanalidad. Le ventaja es que el cliente lleva nuestro negocio puesto encima”, explica Andre, quien también adelanta cómo pronto tendrán aplicaciones para Apple Watch y Android Wear y también empezarán a trabajar con beacons.
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