Cuando Gary Vaynerchuck tenía cinco años, montó su primer emporio empresarial. Era el responsable de una red de puestos de limonada: tenía a los niños de su barrio vendiendo esta bebida y luego se llevaba los beneficios. “Soy un hombre de negocios”, explicó a los asistentes de su muy divertida keynote en la feria de contenidos digitales que se está celebrando estos días en Madrid, Ficod.
En 1997, convirtió la pequeña tienda de su padre en una firma de vino online, haciendo ecommerce cuando aún todo el mundo tenía miedo a introducir su tarjeta de crédito en la red. No fue un pionero de la red porque fuese un fanático techie (“tuve mi primer ordenador a los 20 años”, reconoció) sino simplemente porque allí vio un nuevo nicho de negocio.
Vaynerchuck, teórico de la economía del muchas gracias, vino a Madrid para explicarles a los empresarios que internet ha cambiado las reglas del juego y que no asumirlo y empezar a pensar para esa nueva realidad no es más que una invitación al fracaso. “Vuestros abuelos están más preparados que vosotros para crear un negocio en los próximos diez años”, alertó a los presentes. La diferencia está en que ellos “se preocupan”, ellos tienen una cultura diferente en la que la empresa se preocupa por sus clientes.
“Los negocios no se preocupan” por sus usuarios, un pensamiento que hipoteca el largo plazo. Como muestra un botón: Bank of America anunció que imponía una nueva comisión sobre sus tarjetas. Hace unos años esa información se hubiese ido a los medios financieros y no hubiese transcendido más allá, explica Vaynerchuck, pero ya no. Ahora los consumidores saben qué esta pasando y usan las herramientas sociales para reaccionar ante las cosas que no les gustan. Los clientes de Bank of America acabaron con la comisión, que nunca llegó a entrar en funcionamiento. “Nuestra voz conectada es más poderosa que nunca”, apuntó.
Internet ha cambiado la forma de comunicarse. “No existe eso del social media”, apuntó. “Es una palabra que usamos para describir el estado de internet”, una “etiqueta”. “Internet, amigos míos, es la mayor innovación”, apuntó, subrayando que todavía tiene sólo 17 años.
“La manera en la que hablamos unos con otros está cambiando”, señaló. “Nadie hace diez años cogía el teléfono y decía ‘el helado de chocolate está riquísimo’. Hoy lo hacemos todos”, afirmó recordando las actualizaciones que prácticamente todo el mundo realiza en redes sociales. Las empresas no pueden seguir pensando el negocio igual. Tienen que humanizarse y tienen que entrar en la conversación. Ahora la gente acude a las redes sociales para encontrar lo que necesita: pregunta a Twitter qué ver. “Vivimos en una economía del muro”, alertó.
“La razón para estar en los social media es escuchar y responder”, aseguró. Las empresas tienen que hablar, que responder, que conversar. Los que triunfen en esta economía serán los mismos que saben sobrevivir a un cóctel.
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