Sin olvidar la llegada de los procesadores duales y ‘quad-core’ de Intel, AMD o LSI, incorporados ya en los controladores de los arrays de almacenamiento y que también contribuyen a incrementar el rendimiento.
El salto a NAS o SAN A todas estas ventajas se une la ayuda prestada por la tecnología de disco SAS (Serial Attached SCSI), que añade una capacidad esencial: la escalabilidad.
En este sentido,
es posible integrar hasta 90 o 100 discos SAS a un dispositivo de almacenamiento directo, conectarlo a uno o más servidores y no tener que preocuparse por ser un experto TIC.
Pero lógicamente esta escalabilidad tiene un tope. El salto de DAS al almacenamiento en red debería producirse cuando la empresa necesita más de cuatro servidores, ya que ese es el límite que soportan las unidades y sus controles duales.
A partir de ese número, se considera que la compañía tiene ante sí un pequeño CPD que gestionar, donde es más factible apostar por el almacenamiento en red, ya se trate de una configuración NAS o SAN.
En todo caso,
la única opción viable para seguir apoyándose en DAS es crear grandes clusters o granjas de arrays, en lo que se basan las firmas Web 2.0 para alimentar las aplicaciones de redes sociales (MySpace, Facebook, Google, Bebo) y de e-commerce (eBay, Amazon.com, etc).
Otra forma de fijar el límite de DAS responde a la funcionalidad. Cuando el usuario necesita disponer de funciones avanzadas como la compartición de documentos o la virtualización, hay que cambiar de modelo.
No en vano, las últimas tendencias en almacenamiento están apostando con fuerza por gestionar todo el ciclo de vida de la información gracias a la virtualización, la encriptación automatizada o la deduplicación; para optar por la sencillez, ahí queda DAS.