La adquisición de Vivo por parte de Telefónica y los desplantes al respecto de Portugal Telecom comienza a parecerse más a un culebrón de encuentros y desencuentros amorosos que a una compra de acciones entre empresas. Cuando ayer Telefónica anunció que retiraba su oferta por Vivo, nadie se creyó que esto fuera el final de la historia. Todos estaban a la espera de la nueva declaración de la operadora española.
Telefónica ha declarado que Vivo sigue siendo su objetivo prioritario, lo que ahora es una incógnita es saber qué pásos tomará para hacerse con la compañía. Hay varias opciones: por un lado, cabe la posibilidad que la operadora española suba el precio para hacer la oferta irresistible a Portugal Telecom y, sobre todo, al gobierno luso. También puede suceder que Telefónica lance una OPA hostil para la adquisición de Vivo. Otra opción sería que la operadora española desista de su compra de Vivo y entre en el mercado brasileño por otras vías. Finalmente, también puede que cumpla su amenanaza de acudir a los tribunales en caso de que no se llegara a un acuerdo.
Otra de las posibilidades que muchos se plantean como posible sería que César Alierta cumpla su amenaza de disolver Brasilcel, la compañía formada conjuntamente por Telefónica y por Portugal Telecom, y que controla el 60% de Vivo.
Brasilcel fue creada en 2002 como una empresa conjunta y a partes iguales entre la operadora española y PT. Para ello, ambas compañías habían aportado sus posesiones en Brasil procedentes de la privatización de Telebrás que había tenido lugar el 1998. Brasilcel es el mayor operador de telefonía móvil en el país sudamericano donde opera bajo el nombre de Vivo.
Ahora Telefónica está interesada en adquirir el 30% de Vivo que se encuentra en manos de Portugal Telecom. Tras varios desencuentros y subidas de la oferta hasta llegar a los 7.150 millones de euros, el plazo de decisión impuesto por la española ha expirado sin que PT decidiera qué hacer. El viernes, día en que expiraba el plazo de decisión, la operadora lusa pidió más tiempo, algo que Telefónica se negó a ofrecer. El caso es que la mayoría de los inversores de PT están a favor de la venta, por lo que los directivos deberán sentarse con los accionistas para explicarles los acontecimiento. Los principales accionistas de la operadora portuguesa son Banco Espirito Santo y Caixa Geral.
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