Un recorrido que pasa por tantas fases de transformación, distribución y consumo necesita del mejor control y la trazabilidad, máxime al tratarse de un producto de alta calidad como es el vino.
Hasta el momento hay una treintena de vinos españoles que se han integrado en esta plataforma que facilita una trazabilidad de máxima fiabilidad y confianza. Distintas bodegas procedentes de regiones vitivinícolas como Andalucía, Asturias, Castilla y León, La Rioja o Navarra estos vinos aseguran que los datos del proceso de transformación y distribución han seguido los estrictos protocolos establecidos.
La tecnología procede de IBM y eProvenance, quienes garantizan que no hay errores en la cadena de suministro, como pueden ser un etiquetado incorrecto o unas inadecuadas condiciones de transporte que pueden perjudicar a la calidad del vino. eProvenance es líder mundial en la supervisión y análisis de condiciones de envío del vino, de ahí la relevancia de su presencia en la plataforma VinAssure. Con transparencia y rigor se optimizan los resultados y se mantiene una información continua que registra el ciclo de vida del vino desde que sale de la vid hasta que se sirve en la copa.
Esto incluye desde la bodega y la embotelladora al transporte, el mayorista, el restaurante o la tienda donde se descorcha la botella. Todo queda debidamente anotado en la inalterable tecnología Blockchain. Los datos se registran quedando autorizados y compartidos de manera inmutable y compartida. Con esto se garantiza la trazabilidad y se aporta una eficiencia, una seguridad y una rentabilidad únicas que benefician a todos los actores que forman parte de este ciclo vital del vino.
Si en todos los servicios y productos se busca la máxima calidad y confianza, en pocos como el vino la exigencia es tan elevada, de ahí la importancia de esa unión entre IBM y eProvennance para otorgar la máxima confianza a VinAssure. Gracias a un algoritmo patentado se determina si se ha dado alguna alteración en un el complejo recorrido que realiza el vino hasta llegar a su destino definitivo. Se asigna una puntuación de cero a cien que califica el grado de cumplimiento óptimo del proceso.
Dichos datos quedan accesibles para los profesionales de la cadena de suministro pero también para los consumidores, que así pueden valorar la calidad del vino que consumen. Todo ello con un seguimiento escrupuloso que se verifica mediante el código QR con que cuenta cada botella. A través del mismo, también, puede conocerse la procedencia del vino, los perfiles de sabor, si cumple las normas de certificación orgánica, biodinámica o de sostenibilidad.
Girará en torno a tres temáticas: desinformación, contrainteligencia y credenciales expuestas.
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