Las impresoras 3D, que también son conocidas como “de prototipado rápido” transforman un diseño en un ordenador en un objeto real esculpido gracias a la impresión de una serie de capas mediante un material que se va esculpiendo con un láser específico para este proceso.
El precio de estos modelos es aún muy alto – unos 15.000 euros aproximadamente – y sólo se utilizan en mercados muy específicos como la aeronáutica o la acústica. Sin embargo, este nuevo modelo desarrollado en la Universidad de Bath, en el Reino Unido, es capaz de replicarse a sí misma, lo que podría hacer que los precios bajasen espectacularmente. De hecho, sus creadores estiman que una impresora de estas características podría costar 500 dólares si fuera capaz de autoreplicarse cientos de veces sin más requisitos y costes que los del material para esculpir el modelo final.
La idea de sus creadores es además muy altruista, ya que distribuirán el software Open Source bajo Linux, de forma que esté disponible para todo el mundo.
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