Se llama Maxwell Parsons y gastó 295.400 euros que no eran suyos comprando con tarjetas falsas que utilizaban los datos conseguidos en el cajero. Parsons enchufaba su Mp3 en la parte de atrás de los cajeros modulares, con lo que podía leer la información de las cuentas de los clientes y utilizar esta información para clonar tarjetas y comprar con ellas.
Estos cajeros modulares, que no están incrustados en la pared, suelen encontrarse en supermercados y aeropuertos, por lo que sirvieron muy bien a los propósitos de Parsons. El reproductor Mp3 grababa los detalles de los clientes en el momento en que eran transmitidos al banco por línea telefónica. Parsons ha sido condenado a 32 meses de cárcel por este delito.
La policía le descubrió de forma casual, cuando le pararon por hacer un cambio de sentido ilegal y encontraron en el asiento de su coche una tarjeta bancaria falsificada.
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