Con su capacidad innata para revolucionar el mundo, la tecnología ha alcanzado un nuevo nivel de expansión: el de la consumerización. Esto es, la entrada de los dispositivos informáticos personales en los sistemas corporativos como paso lógico de su evolución, donde destaca especialmente el fenómeno BYOD o “Bring Your Own Device”. Pero donde también se encuentra el uso de plataformas basadas en el cloud computing para compartir archivos entre compañeros o la interacción de los empleados a través de redes sociales. Se trata de una situación con sensaciones ambivalentes, conlleva ventajas de productividad y ahorro al mismo tiempo que inquieta a los directivos a nivel de seguridad y control. Y es que todo el saber tecnológico que hemos ido acumulando en nuestra vida diaria, desde hardware hasta aplicaciones y servicios de Internet, impacta con fuerza en la experiencia laboral tradicional.
Por ejemplo, ahora se puede trabajar en cualquier momento desde cualquier lugar. Las plantillas de nueva generación se definen por su condición de nativos digitales que han crecido navegando por Internet y con al menos un ordenador en sus hogares, por lo que aceptan de buen grado esta intrusión de la tecnología doméstica en la oficina. Se comunican a través de mensajería instantánea o plataformas como Facebook, Twitter, LinkedIn y Skype, tachando el e-mail como vehículo de la vieja escuela. Y, además, han popularizado el consumo de productos portátiles y móviles, actualmente disponibles en modelos que están al alcance de todos los bolsillos.
¿Cómo se puede manejar esta transición, desde el punto de vista de la empresa? Todo un gigante de la industria como Intel propone aplicar una estrategia dividida en cinco sencillos pasos con el objetivo de asumir lo inevitable y reducir los riesgos de gestión.
Comprender el cambio de paradigmas: Si los empleados de hoy en día son más sabios tecnológicamente y más sofisticados que nunca antes, y las opciones que se les presentan en el trabajo no cumplen sus expectativas, serán capaces de implementar por sí solos otras soluciones que les permitan ser más productivos. Esto implica generalmente conectar sus dispositivos personales, descargando o utilizando un servicio de almacenamiento en la nube personal o a través del social media. El cambio está ahí y hay que aceptarlo: los plazos de aprendizaje se han reducido de años a meses. Y, si bien la consumerización es un avance socio-laboral necesario, puede entrar en conflicto directo con las políticas de seguridad corporativas si no se traza un plan claro.
Repensar la computación de usuario: El modelo de seguridad basado en redes de PC está cambiando. Los distintos gadgets aportados por los usuarios de la red corporativa varían no sólo en modelos, sino también en sistemas operativos y en patrones de comportamiento. Una manera de simplificar su administración y crear una estrategia más humana es a través de lo que Intel denomina “gestión centralizada”, donde los administradores de TI cuentan con la visibilidad y flexibilidad necesarias para dotar a cada persona con los recursos correctos. De hecho, buena parte de los dispositivos con arquitectura Intel que ya se utilizan en el entorno profesional ofrece capacidades de seguridad y gestión integradas que ayudan a solventar problemas tecnológicos e, incluso, a realizar reparaciones remotas con software inutilizado.
Crear un enfoque global: Cuando se desarrolla por primera vez una política de estas características, para controlar los problemas potenciales de la consumerización, puede caerse en el error de la copia de patrones de terceros. Pero es importante recordar que lo que funciona bien para una empresa normalmente no suele ser suficiente para otra. Cada organización tiene una idiosincrasia que la hace especial, por eso Intel considera que lo ideal es comenzar con una estrategia centrada plenamente en el usuario y después dirigir esfuerzos tanto a los dispositivos que los trabajadores poseen por sus propios medios como a aquellos otros que pertenecen al lugar del trabajo. O, dicho de otro modo, todo debe versar más sobre las personas y sus necesidades, y menos sobre la tecnología en sí.
Dar soporte a los dispositivos personales: Dentro de esta filosofía, una parte fundamental es conocer al dedillo las características de
Encontrar la herramienta adecuada para cada trabajo: A pesar de la comodidad derivada de llevar tu propio dispositivo al centro de trabajo, también hay muchos empleados que prefieren que sean sus superiores los que les provean de las herramientas necesarias para desempeñar su labor. Y parte del proceso de repensar el acercamiento a la experiencia de computación del usuario final comprende reconocer que ya no existe una única solución válida para todo el mundo. Los empleados más móviles pueden necesitar un portátil totalmente equipado junto a un smartphone o una tableta, mientras otros usuarios encargados de tareas de negocio especializadas necesitarán herramientas optimizadas para la portabilidad y usos prolongados. En cambio, los que se queden en la oficina recurrirán a equipos de sobremesa con las máximas especificaciones.
Es primordial encontrar la herramienta adecuada para cada empleado, tarea, momento y lugar. Por fortuna, hoy en día existen opciones pensadas para todo tipo de situaciones y usuarios, que se alimentan gracias a la arquitectura de procesador y las avanzadas tecnologías de Intel y que están gobernadas por el sistema operativo Windows 8.
Una de las apuestas claras para las modernas empresas de hoy en día y sus no menos modernos trabajadores son los Ultrabooks, esos sistemas capaces de ofrecer la misma potencia que un ordenador portátil y los avances propios de una tableta. Esta categoría de dispositivos mide menos de 21 milímetros de grosor, cuenta con un sistema de arranque al instante y permanece en funcionamiento durante horas, por lo que es perfecto para los viajeros más avezados. Soporta tanto pantallas táctiles como la tradicional combinación de teclado y ratón y, al integrar la familia de procesadores Intel Core vPro, proporciona la protección necesaria para mantener las amenazas alejadas y los datos seguros. Esta nueva generación de procesadores también es más rápida que versiones anteriores. En definitiva, y aunque suene a sueño, la tecnología ha conseguido cubrir por fin las necesidades de los usuarios en cuestión de estilo y movilidad sin comprometer la seguridad y el rendimiento.
La movilidad de las tabletas
Eso sí, para movilidad la de las tabletas, que garantizan una experiencia táctil de primer calidad en situaciones en las que la flexibilidad y la intuición son requisito indispensable y ofrecen más opciones de soporte para las tareas específicas de los trabajadores, todas ellas características que repercuten positivamente en el coste total de implantación. Existe una amplia gama de tabletas equipadas con procesadores Intel que, al soportar el sistema operativo Windows 8, no sólo son compatibles con las aplicaciones tradicionales de x86, periféricos y controladores, sino que también pueden coexistir con sistemas con Windows 7. Estos dispositivos disfrutan asimismo de prestaciones de seguridad integrada, capacidad de uso y duración de la batería, junto con una amplia gama de opciones de rendimiento, que van desde los procesadores Intel Atom hasta la tercera generación Intel Core vPro.
All-in-ones con pantallas más amplias
La innovación tampoco está reñida con los ordenadores de sobremesa. Muchos usuarios demandan equipos con pantallas más grandes que las de los portátiles y un rendimiento a prueba de bomba, bien sea para trabajar desde el cubículo de una oficina común o para hacerlo desde la comodidad de un despacho doméstico. Pensando en ellos se ha renovado el concepto de sobremesa hacia modelos todo en uno conocidos como ordenadores All-In-One sin apenas cables, que se antojan ideales para aprovechar espacios limitados. Destacan porque tienen un diseño más atractivo, consumen menos energía que antes y son más respetuosos con el medio ambiente. Los últimos modelos suelen estar equipados con capacidades de informática táctil, lo que permite ofrecer una experiencia mucho más dinámica y completa.
Un factor de forma emergente entre el familiar conjunto de tabletas, ordenadores portátiles y PCs todo-en-uno es el de los convertibles. La idea básica sobre la que se asientan estos sistemas es la de poder transformarse en cualquiera de los productos anteriores según las necesidades (o el capricho) de los usuarios. Y, en consecuencia, convertirse en dispositivo primario en el puesto de trabajo, reduciendo la dependencia de los usuarios por su tableta o su ordenador personal o favoreciendo la división de tareas: las más exigentes para el equipo completo tipo portátil y aquellas más livianas para la parte con forma de tableta. Que un único producto pueda combinar las propiedades de todos sus rivales, además, facilita las tareas de los administradores de TI que ya no tendrán que preocuparse de gestionar multitud de elementos, sólo uno.
“La mayoría de los convertibles BYOD tienen red, almacenamiento, gráficos y demás características a nivel de consumidor, por lo que no son muy adecuados para la infraestructura de la empresa y su seguridad”, aclara el director de consumerización de Intel, David Buchholz. Ésa es la gran diferencia: partir de la tecnología orientada al consumidor de TI, y adaptarla a las necesidades empresariales. Toda la información sobre el universo de soluciones que la compañía de Santa Clara ofrece en este campo se puede encontrar en el siguiente enlace.
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