Si la llegada de Uber a Barcelona ya supuso la movilización de la gremial del taxi, el desembarco en Madrid puede suponer un auténtico terremoto.
La capital es la ciudad con más taxis de España, con más de 15.000 licencias. Sin embargo, el sector atraviesa dificultades. Durante la época de ‘barra libre’ de crédito, dichas licencias llegaron a traspasarse por más de 200.000 euros. Hoy, aunque han bajado su cotización, todavía se situán en torno a los 150.000 euros.
El problema es que muchos taxistas se han hipotecado para conseguir una licencia, pero los profesionales afirman que no hay negocio para todos. De hecho, la patronal afirma que sobran unas 5.000 licencias. El sector teme que la implantación de Uber sea la ‘puntilla’, así que le ha declarado la guerra.
Los taxistas de varias ciudades europeas se declararon en huelga durante el mes de junio, puesto que consideran que ésta y otras aplicaciones en realidad esconden intrusismo, competencia desleal y economía sumergida. Opinan que son taxis encubiertos, sin las autorizaciones pertinentes. E incluso argumentan que es peligroso recurrir a ellos.
Sin embargo, más allá de esta confrontación y la polémica acerca de la legitimidad del servicio o la seguridad, Uber pone de manifiesto que el modelo está cambiando. En primer lugar, los usuarios actuales demuestran que quieren saltarse los canales convencionales y que quieren contratar directamente entre particulares. Un ejemplo claro es Airbnb, que ha supuesto una auténtica revolución en la forma de reservar alojamiento vacacional. Vivimos un momento de auge de lo que algunos llaman ‘economía social’.
Además, Uber ha sabido sacar partido a las posibilidades que conlleva el uso de los smartphones, permitiendo una interconexión sencilla y precisa entre conductores particulares y viajeros. Esto se traduce en una mayor rapidez de respuesta, al menos en las ciudades donde el servicio tiene ya una implantación madura, con suficientes conductores.
El sector del taxi ha sido más lento. Aunque hay aplicaciones para solicitar un taxi desde el móvil (MyTaxi, Hailo, GooTaxi, Join Up Taxi…), su uso no está demasiado generalizado entre los usuarios españoles. Y todas estas iniciativas parten desde fuera del propio gremio. PideTaxi sí que ha nacido desde dentro, puesta en marcha por la Asociación Radio Taxi de España, pero tiene menos de 50.000 descargas en Google Play.
Por otro lado, Uber también supone una revolución en cuanto a la forma de pago. Mientras que aún quedan taxis en los que no es posible pagar con tarjeta, con Uber se paga directamente con la app. De hecho, no se puede pagar de otro modo. La compañía funciona como intermediario, cargando el importe de la carrera a la cuenta del usuario. Aunque el pago mediante el móvil acabe consolidándose en España, seguro que tardará mucho en implantarse de forma generalizada en los taxis.
Asimismo, Uber supone un desafío a la concepción de mercado monopolístico. En una sociedad de libre mercado, al menos sobre el papel, el servicio de taxi continúa siendo un monopolio. La implantación de Uber u otras alternativas parecidas dinamiza el sector. Y la competencia generalmente repercute en un descenso de precios, de los que se beneficia el consumidor final. No en vano, Uber suele ofrecer unos costes por trayecto más económicos que los servicios tradicionales de taxi, como podemos ver en el comunicado con el que se presentó en Madrid. Si tenemos en cuenta que vivimos en una sociedad apasionada por los servicios ‘low cost’, el éxito de la aplicación parece más que probable.
Los poderes públicos han apoyado al taxi en sus reclamaciones. En junio, el Ministerio de Fomento publicó un comunicado en el que recordaba que “es necesaria autorización para el transporte de viajeros en turismos por cuenta ajena mediante retribución económica”. Además, advertía que quienes prestaran estos servicios sin autorización podrían ser sancionados con multas de hasta 6.000 euros, que pueden llegar hasta los 18.000 euros en caso de ser reincidente. Y las sanciones se extienden hasta los usuarios, con multas de hasta 600 euros.
Igualmente, la Comunidad de Madrid ha solicitado a Uber que presente la documentación con la que demuestre que su actividad cumple con la legislación vigente en España, como informaba Europa Press. La CAM hizo el requerimiento el pasado 24 de septiembre, dando 10 días a Uber para presentar la documentación. Transcurrido dicho plazo, tendría la posibilidad de iniciar acciones de inspección.
Podríamos pensar que este alineamiento gubernamental con el gremio y la defensa del statu quo es característica de nuestro país, pero lo cierto es que Uber también ha tenido problemas en otros países. Como citábamos previamente, los taxistas de varias ciudades europeas – Londres, Berlín, París, Hamburgo, Milán o Nápoles – se declararon en huelga. Además, la compañía ha tenido que litigar en los tribunales alemanes.
A principios de septiembre, el Tribunal Regional de Francort prohibió provisionalmente la prestación de servicios a Uber en todo el territorio alemán, acogiendo la demanda presentada por la patronal del taxi ante la falta de un permiso oficial. El tribunal acusaba a Uber de competencia desleal, debido a su modelo de precios a la baja. Sin embargo, la empresa alemana apeló, consiguiendo que el tribunal anulara la suspensión cautelar apenas un par de semana después.
No es la primera vez que Uber sale airosa de los tribunales alemanes, donde ya se ha enfrentado a procesos similares en Berlín y Hamburgo. Ha ganado una batalla, pero no la guerra, ya que el caso continúa abierto y las investigaciones seguirán. Y también ha encontrado dificultades legales en Bélgica, Australia, Canadá, Polonia, Corea del Sur, Reino Unido, India e incluso con varios ayuntamiento y estados de EE.UU.
Uber es consciente de que la confrontación genera visibilidad. De hecho, aprovecha las polémicas surgidas para hacer campaña promocional. Por ejemplo, cuando se produjo la huelga del taxi, ofreció un descuento del 50% en todos los trayectos durante los paros a aquellos usuarios que compartieran su viaje cn otro usuario.
Pero sabe que esta lucha también puede llegar a desgastar su imagen. Las patronal del taxi utiliza sus armas para tratar de desligitimar la propuesta de Uber y sembrar dudas en el usuario, por lo que es preciso trabajar para evitar que la campaña de descrédito mine su reputación. Sobre todo si los ciudadanos se encuentran con el tráfico de su ciudad totalmente colapsado por taxis en huelga.
La empresa estadounidense es consciente de ello, así que no va a escatimar esfuerzos. De momento, ya ha fichado a David Plouffe, responsable de la campaña del ‘Yes, we can’ que llevó a Barack Obama a la Casa Blanca. “Haré lo posible para asegurar que no se niega la oportunidad de elegir el transporte por culpa de quien quiere mantener un monopolio y jugar desde dentro para denegar la oportunidad a los de fuera”, ha declarado Plouffe.
Pero por si acaso la litigiosidad continúa, Uber ya está pensado en un ‘plan B’. Aunque su negocio principal sigue siendo poner en contacto a conductores y viajeros, está probando otras actividades. Durante el mes de agosto presentó su nuevo servicio Corner Store, con el que permitirá a sus usuarios realizar pedidos de más de 100 artículos a través de su app, recibiéndolos en el lugar que elijan.
CornerStore ofrece medicinas, pañales, productos de higiene personal y droguería, lentillas, productos de belleza, vitaminas, chicles, golosinas, aperitivos, bebidas, pilas, etc. En definitiva decir, una especie de ‘tienda de conveniencia’ online. Pero lo más interesante es que se recibe el pedido inmediatamente y sin gastos de envío, a través de un conductor que se desplaza al lugar determinado. Además, los pagos se cargan directamente a la tarjeta facilitada por el usuario en su cuenta en la aplicación, así que no hace falta pagar por ningún otro medio. Está en fase de pruebas y de momento se limita a algunas zonas de Washington D.C.
Por otra parte, cabe recordar que Uber no sólo pone en contacto a conductores particulares y viajeros, mediante UberX o UberPOP. De hecho, los primeros servicios de la compañía fueron Uber Lux y Uber Black, que ofrecían alquiler de coches de lujo o gama media con chófer, es decir, los clásicos ‘coches negros’, como los que se suelen ver en los aeropuertos. Y continúa ofreciendo dicho servicio en varias ciudades. También dispone de Uber Taxi, operando con taxistas con licencia. Asimismo, en agosto presentó Uberpool, que permite encontrar un compañero para una ruta similar y compartir gastos. Está en beta y de momento funciona sólo en EE.UU.
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