Casi desde el principio de los tiempos, Twitter tiene una excusa favorita para no tener que explicar cómo funciona exactamente su proceso de respuesta a denuncias de cuentas. Algunas son bloqueadas; otras no. Otras desaparecen y vuelven como si la propia compañía tuviese dudas. Cuando se les pregunta o pide explicaciones, ellos se lavan las manos diciendo que por «razones de privacidad y seguridad» no hacen comentarios sobre cuentas individuales.
La crítica no es nueva: aunque la red social tiene una sección en sus reglas referida a «Comportamiento abusivo» en la que dicen que las cuentas con amenazas violentas, acoso y comportamiento que incita al odio, entre otros, podrán ser bloqueadas temporalmente o suspendidas para siempre, cualquiera que haya denunciado una cuenta con dicho contenido sabe que el proceso no siempre funciona. (Si es una gran empresa la que denuncia infracción de derechos de autor, eso sí, la respuesta es rápida).
Esta última semana las críticas han vuelto a aflorar ante la impasividad de Twitter con los tuits que los organizadores de las marchas de la llamada alt-right publicaron. En algunos casos llegaron incluso a suspender pero luego restaurar algunas cuentas, como la del nacionalista blanco Richard Spencer. ¿Por qué? Como indican en Buzzfeed, no lo pueden contar. Ya se sabe, por razones de privacidad y seguridad.
Una de las situaciones más extrañas a las que se enfrenta Twitter con este problema de abusos y acoso en su plataforma es la del propio presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que usa la herramienta de forma compulsiva con mensajes que en muchos casos están claramente en contra de las reglas de la compañía: ataques personales, tuits que podrían ser considerados abusivos y hasta amenazas de guerra. No hay duda de que muchos usuarios denuncian los tuits del presidente. Pero como es una «cuenta individual», Twitter se ahorra tener que dar explicaciones. Por razones de privacidad y seguridad.
Las excusas de la plataforma para defender esa falta de transparencia son principalmente dos: si revelaran sus métodos de decisión, los trolls podrían jugar a esquivarlos de forma más efectiva. Además, por supuesto, de la privacidad de los usuarios. «Nuestros usuarios cuentan con nosotros para que defendamos y respetemos su voz. Por eso no comentamos de forma pública sobre cuentas individuales y solo nos comunicamos directamente con el usuario afectado por cualquier contenido o temas de seguridad o privacidad», aseguró un protavoz de la compañía a BuzzFeed News.
Pero ¿no hay casos que trascienden lo individual? Sin dar nombres ni señalar cuentas, Twitter podría explicar en general cómo gestiona todo el tema de la alt-right, qué tuits se consideran inaceptables y cuáles pueden pasar, si están siguiendo alguna estrategia especial en estos casos, etc.
Twitter no es la única red social que se enfrenta a esto. Facebook ha sido también muy criticada por el mismo tema —aunque son algo más estrictos—, pero ellos sí intentan ser más transparentes y admiten que hay mucho en lo que pueden mejorar. Y Twitter en teoría también lo estaba haciendo. A finales del año pasado Jack Dorsey tuiteó que necesitaban ser más transparentes «sobre por qué y cómo. Gran prioridad este año». No obstante, de momento las cosas parecen seguir igual.
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