Spotify es tan amado por los usuarios como odiado por muchos músicos. La queja principal es que la compañía ofrece muy poco por royalties a los artistas (especialmente al ofrecer una opción de streaming gratuito con publicidad), royalties que además pasan primero por la compañía discográfica que posee los derechos. Al músico, al final, lo que le llegan son migajas.
Hasta hace un par de años no había más que quejas y algunas ausencias notables (muchas, como la de The Beatles, continúan), pero nadie parecía tomar cartas en el asunto. Al fin y al cabo, aunque Spotify no te aporte demasiado en dinero, sí ofrece difusión, algo que será lo que al final lleve a gente al concierto. La primera que dio el golpe sobre la mesa fue Beyoncé en 2013, al hacer que su disco de ese año fuese exclusivo para iTunes. Después vino la batalla de Taylor Swift, mucho más larga y pública y que acabó con la retirada de todo el catálogo de la artista del sitio de streaming.
¿Las razones de Swift? La principal, que Spotify no paga lo suficiente a los artistas y que además es como una especie de experimento. “Y no estoy dispuesta a ofrecer el trabajo de mi vida a un experimento que no siento que compense a los autores, productores, artistas y creadores de esta música”. Además, la opción gratuita de Spotify tampoco hace especial ilusión a Swift, que no está de acuerdo con “perpetuar que la música no tiene valor y que debería ser gratis”.
En las últimas semanas otros dos grandes decidieron no publicar sus últimos álbumes en Spotify, al menos de forma temporal: Adele y Coldplay. La queja de todos menciona el tema de los royalties escasos y, sobre todo, que Spotify no esté dispuesto a publicar un álbum solo para sus usuarios premium. Los artistas saben que el streaming es el presente y el futuro, simplemente no quieren que sea gratuito.
Crecimiento a pesar de las ausencias
Sería fácil pensar que a la hora de una negociación, gente como Taylor Swift o Adele, de las pocas artistas que siguen vendiendo millones de discos, tendrían todas las de ganar. Que Spotify cedería ante la amenaza de Swift de retirar su catálogo, que harían una excepción por no quedarse sin el último gran éxito de Adele. No es así.
Esta misma semana, poco antes de saberse que Coldplay sacaría su disco en rivales como Apple Music pero no en Spotify, la firma sueca vio cómo App Annie lanzaba un informe en el que la situaba como el servicio de streaming número 1 en el mundo, superando a la hasta ahora líder Pandora (que sigue en cabeza en Estados Unidos). Eso sí, en términos puramente económicos, Spotify sigue con problemas.
Según los últimos resultados financieros publicados por la compañía, los relativos al año 2014, los ingresos aumentan, pero no tanto como lo que la firma gasta en el desarrollo de nuevas funcionalidades y productos, por lo que siguen reportando pérdidas. Hay quien opina que, en un momento en el que cada vez más usuarios están dispuestos a pagar por streaming de calidad, hacer que todo el servicio sea de pago acabaría con sus problemas (y le devolvería a Adele y Taylor Swift), pero los suecos no parecen por la labor.
De momento, podemos esperar que la tendencia continúe como hasta ahora: los artistas que se pueden permitir no estar en Spotify, los que venderán sin esa ayuda extra, se seguirán rebelando. El resto continuará bajando la cabeza y aceptando que estar en Spotify es una ventana hacia el mundo.
Girará en torno a tres temáticas: desinformación, contrainteligencia y credenciales expuestas.
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