El libro le costó 1,50 libras (1,8 euros) al diseñador Kyle Bean. Su tuneo ha dado como resultado un equipo portátil con unidad lectora de CD, teclado y una pantalla que se apaga al cerrar el libro, como la nevera. Supongo que martirizar un libro es una manera como cualquier otra de denunciar su… maltrato. — Rafa M. Claudín [Yanko Design]