Monitorizar a los empleados que teletrabajan solo los hace estresarse, según demuestra un estudio
Un 45% de los teletrabajadores que son ‘vigilados’ por sus jefes para que rindan más mediante algún programa asegura que su estrés ha aumentado.
Muchas empresas que abogan por un modelo más antiguo o tienen una estructura más anquilosada en el pasado temen que al ofrecer trabajo en remoto a sus empleados -o instaurar un modelo híbrido- aumente la procrastinación.
Quizás por ello muchas organizaciones deciden dar el salto a estas fórmulas, pero mantienen un férreo control de su plantilla a través de programas o herramientas para medir el tiempo de conexión o las tareas.
Ahora un estudio realizado por la firma Owl Labs en colaboración con Global Workplace Analytics -y que ha contado con la participación de 2.300 empleados estadounidenses que pueden realizar su jornada laboral desde casa total o parcialmente- muestra que el verdadero enemigo del teletrabajo no es la procrastinación, sino la falta de confianza.
No puede decirse que la firma autora de esta investigación sea imparcial, ya que fabrica dispositivos para videoconferencias, pero su encuesta arroja algunas conclusiones interesantes.
La primera de ellas es que la vigilancia de los trabajadores ha aumentado. Un 37% habría agregado o potenciado el software de seguimiento de empleados desde el comienzo de la pandemia. Esto, obviamente, influye en que los empleados se muestran estresados por ser rastreados. Casi la mitad (45%) de los trabajadores dicen que su nivel de estrés relacionado con el trabajo ha aumentado un poco o sustancialmente en el último año.
Para más inri, el 49% percibe que los gerentes ven a los que están en la oficina como más trabajadores y más confiables que sus contrapartes remotas.
El teletrabajo, un derecho
El 62% de los trabajadores se sienten más productivos cuando trabajan de forma remota. Para la mayoría poder trabajar desde casa se ha convertido en un derecho. Un 46% asegura que si no tuviera esa opción “renunciaría tranquilamente”. Otro 39% afirma que renunciaría de verdad. Un 52% aceptaría una reducción salarial del 5% o más para poder escoger desde dónde trabajar.
El estudio también revela que, como promedio, los empleados gastan 862 dólares al mes cuando trabajan en la oficina, frente a 431 que gastan cuando trabajan de manera remota. Tres de cada cuatro también indica que irían a la oficina con mayor frecuencia si sus empresas se hicieran cargo de los gastos de transporte y el aparcamiento.