Las mismas empresas que evitaron África en los años 90, ahora se ven atraídas
por una tecnología más barata, un crecimiento económico más fuerte y el éxito de
firmas como la pionera MTN en Sudáfrica.
Y es que si bien a mediados de la pasada década había más teléfonos en la
ciudad de Nueva York que en toda África, este año el continente africano acaba
de cruzar la barrera de los 200 millones de usuarios de telefonía móvil. Y lo
que más significativo: sólo dos años después de alcanzar los 100 millones.
Optimistas por estas cifras, los analistas predicen que las cifras casi
pueden doblarse otra vez en cinco años si operadores de Oriente Próximo como
Celtel se ponen al nivel de
los pesos pesados europeos, como Orange,
empleando dinero en efectivo en la lucha por conseguir cuota de mercado.
En la actualidad, los móviles exceden en más de un 10 a uno el número líneas
fijas en África. Pero con el 63 por ciento de los casi mil millones de personas
del continente que viven en comunidades rurales – la cifra más alta del mundo –
las empresas de telefonía móvil afrontan enormes desafíos.
Para solucionarlos, buscan soluciones alternativas como el uso de paneles
solares y biocarburantes baratos, que en el caso de Celtel le permiten vencer
una carencia de potencia en las zonas montañosas. Asimismo, los transmisores más
potentes están ampliando la exigua cobertura del árido corazón de África.
Nuevos tiempos
En cualquier caso, en pocos años la situación ha cambiado mucho. Así, de la
idea preconcebida de que la telefonía móvil estaba destinada casi exclusivamente
a las clases dirigentes y pudientes, se ha pasado a una nueva concepción del
mercado mucho más realista y actualizada.
Ahora, en palabras de Solange Donan, gerente de una cooperativa de los
agricultores de cacao en Costa de Marfil, a
Reuters,
“un teléfono móvil es una fuente de orgullo, un símbolo de estatus para la gente
que solía estar completamente marginada”.
Además, ha contribuido a aumentar la productividad en el continente. En el
caso de los agricultores, por ejemplo, acostumbrados a afrontar largos viajes,
desafiando caminos escabrosos y bandidos para comprobar los precios de
exportación de sus bienes, ahora sólo tienen que telefonear al puerto para
asegurarse un precio justo.
Además, los dispositivos móviles tapan huecos en otros servicios. Debido a la
escasez de servicios bancarios que hay fuera de las ciudades en países como
Kenia, operadores como
Safaricom están
lanzando proyectos que posibilitan las
transferencias
de fondos vía SMS; de manera que el destinatario pueda recabar dinero en
efectivo en un supermercado o una tienda.
Así, se espera que la telefonía móvil pueda ayudar a alcanzar los objetivos
de las Naciones Unidas de reducir a la
mitad la pobreza y alcanzar la educación universal hacia 2015, ambos puntos
recogidos en sus Objetivos
de Desarrollo del Milenio.
La cara negativa
Pero no todo es progreso. Los teléfonos móviles también crean nuevas
oportunidades para el crimen, como el fraude de telecomunicaciones.
En este sentido, comercian con las llamadas en dinero en efectivo previo robo
de los terminales o de camiones que transportan tarjetas de recarga. Las mafias
también pueden tener acceso a la base de datos de los operadores y eliminar
usuarios de las listas de facturación, para luego poder hacer llamadas gratis.
Pese a esta cara negativa, algunos analistas opinan que si se eliminaran
todos los teléfonos robados en África, las empresas se quedarían sin clientes.
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