Tras varios meses calentando el terreno y las expectativas, el iPhone 4 salía al mercado en junio del año pasado y todos los fanboys y fangirls se lanzaron a hacerse con él. Sin embargo, se encontraron con un dispositivo que distaba de ser perfecto y que tenía fallos tan graves como una antena defectuosa. Y quizá este sea uno de los casos más recordados por venir de una compañía como Apple, pero no es para nada un caso aislado.
Año tras año, mes tras mes, nuevos productos llegan al mercado en condiciones poco deseables, y una sensación general asalta a los early-adopters que se han hecho con la tecnología en cuestión: se trata de un producto inacabado. ¿Es que nadie lo ha probado antes de lanzarlo?, se preguntan muchos usuarios en medio de la frustración. Y, sobre todo, surge una pregunta que nadie sabe muy bien cómo contestar: ¿por qué han lanzado este producto antes de tiempo?
La razón de las prisas: la competencia y fechas
La primera respuesta a esa pregunta es la más obvia: las prisas entran cuando una compañía ve cómo sus principales competidores ya tienen el producto en el mercado. Llegar tarde dificulta casi siempre tener éxito, por lo que la mayoría opta por acelerar los procesos y lanzar productos que muchas veces no han sido revisados todo lo que deberían. Uno de los casos más recientes en este aspecto es el del mercado de los tablets, en el que Apple pilló a todos los fabricantes por sorpresa al lanzar su iPad.
La otra razón principal que provoca los lanzamientos prematuros son las fechas, especialmente la llegada del último trimestre de un año con las fiestas navideñas exigiendo casi a todos los fabricantes tener un producto nuevo con el que tentar a los consumidores. O por lo menos, un producto similar a alguno de la competencia que ya ha probado su éxito. Se trata de una época del año en el que los usuarios están dispuestos a gastar dinero y pocas compañías quieren dejar escapar ese hecho.
Si el producto va a ser malo, ¿no sería mejor dejarlo?
Otras veces ya no se trata simplemente de que el producto en cuestión haya sido desarrollado con demasiada rapidez y no haya dado tiempo a resolver sus fallos: hay casos en los que la propia compañía sabe que el resultado de su proceso de fabricación no es el esperado y que el producto está destinado a fracasar. ¿Por qué entonces se sigue lanzando al mercado? Aquí la respuesta es sencilla: entre reputación y dinero, este último suele ganar.
Por un lado, se trata de productos en los que la compañía ha invertido muchos de sus recursos: y no se trata tan solo del tiempo o dinero, sino de todos los compromisos adquiridos con todos los agentes de la cadena de producción, distribución y venta.
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