– Usted conoce muy bien el universo France Telecom. ¿Cree posible que se esté produciendo un efecto contagio entre los empleados? (Ésta es, por otra parte, la última teoría recogida esta mañana por la prensa gala) No creo, en general, que un suicidio lleve consigo otro suicidio. En France Telecom, la gente que se suicida viene de regiones diferentes, de servicios diferentes, son cuadros o empleados. El único punto en común, fuera de sus condiciones de trabajo, es su edad y su antigüedad en la empresa. En general, tienen más de cincuenta años y trabajan desde hace más de 20 para France Telecom.
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¿Es la situación de los empleados de France Telecom tan diferente de la de otros antiguos monopolios estatales? Nunca se ha escuchado hablar de suicidios en Telefónica, por ejemplo… Tiene razón. La situación de los trabajadores de France Telecom es muy preocupante. En otras grandes empresas privatizadas en Francia el número de suicidios es mucho más débil: existe un problema particular en France Telecom.
– ¿Cuáles son, en su opinión, las razones de este serie de suicidios? ¿Qué es lo que hace que la situación en France Telecom sea tan poco deseable por sus empleados? El suicidio es la fase última de la violencia en el trabajo, cuando volvemos esta violencia contra uno mismo. Las razones son conocidas: reorganizaciones incesantes, movilidad geográfica, actividades más estresantes, cambio de tareas sin nueva formación, ausencia de reconocimiento por parte de la jerarquía, ausencia de equipos de trabajo sólidos por la competencia entre trabajadores. Estas condiciones de trabajo son conocidas por ser peligrosas para la salud de los trabajadores.
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Finalmente, ¿por qué entonces los empleados deciden acabar con su vida en lugar de dejar la compañía? Es difícil para un trabajador dejar una compañía una vez que ha trabajado veinte años o más, que ha comprado una casa en las inmediaciones, que su marido o su mujer trabaja al lado, que su vida se ha organizado en torno a su trabajo. A los cincuenta años, es difícil encontrar un nuevo trabajo, de rehacer, de reconstruir su vida. Pero además hay, en mi opinión, una pérdida de reconocimiento de lo que ha hecho por la compañía durante esos años: Es desesperante verse arrojado como un kleenex o tratado como un perro enfermo de rabia.
La machine à broyer ha sido editado por Jean-Claude Gawsewitch Éditeur (más información sobre el libro).
La última hora sobre los suicidios en la compañía, en la crónica.