Por frecuente no significa que sea ético ni que sea correcto. Subir fotos de nuestros hijos a las redes sociales o ver las que suben de sus pequeños amigos, familiares o compañeros de trabajo se ha convertido en algo habitual en plataformas como Facebook. Muchos padres lo hacen con el objetivo de ‘presumir’ de sus retoños o simplemente mostrar escenas de su vida a personas cercanas (o no tanto). Sin embargo, en pocos casos se plantean quién está al otro lado, los riesgos y la exposición a la que están sometiendo a menores de edad ni tampoco que estos también son poseedores de su derecho a la intimidad y a la imagen.
Francia se ha puesto seria con este tema. Las autoridades galas han recordado a los padres que, bajo sus estrictas leyes de privacidad, podrían enfrentarse a multas de hasta 45.000 euros y un año de prisión por publicar fotos íntimas de sus hijos en las redes sociales sin su permiso.
“En pocos años, los niños podrían fácilmente llevar a sus padres al juzgado por publicar fotos de ellos cuando eran más pequeños. Los niños en ciertas etapas no desean ser fotografiados y aún menos que esas fotos sean hechas públicas”, explica al diario Le Figaro el experto en legislación de Internet y ética, Eric Delcroix. “Frecuentemente criticamos los comportamientos de nuestros hijos online, pero nosotros no somos mejores”, se queja.
Si en esta sociedad moderna ya nos hemos planteado que quizás no sea demasiado ético imponer a nuestros hijos su pertenencia a un equipo de fútbol o a una religión, ¿no deberíamos pensar también que estamos obligándolos a hacer algo con lo que quizás de mayores no estén de acuerdo?
Un estudio llevado a cabo el año pasado en Reino Unido por la empresa de Internet Nominet encontró que los padres británicos publican de media unas 200 fotografías al año de sus niños con menos de cinco años, lo que significa que un pequeño contará con 1.000 fotos suyas online antes de alcanzar esa edad. Además, un 17% nunca ha comprobado su configuración de privacidad de Facebook, lo que significa que esas instantáneas podrían acaban en manos de cualquiera.
El mismo estudio subraya que los menores con edades comprendidas entre los 10 y los 17 años estaban “realmente preocupados” por las maneras en las que sus progenitores compartían su imagen en la Red.
“Creo que vamos a tener una reacción violenta en los próximos años cuando los jóvenes lleguen a darse cuenta de que han tenido toda su vida, desde el día en que nacieron, a disposición de los medios de comunicación social”, asegura la profesora Nicola Whitton, experta en aprendizaje de la Universidad Metropolitana de Manchester. “Puede parecer duro, pero mi línea sería no subir fotos suyas online hasta tengan una edad en la que sea apropiado discutirlo con ellos”, defiende.
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