Crear un gadget o algún tipo de hardware y llegar a un momento en el que su producción en masa (o de forma más o menos industrial) sea una realidad era un sueño casi imposible hace unos años para cualquier startup recién nacida o diseñador con una idea maestra. Había que recurrir a los difíciles métodos de conseguir dinero a base de créditos o inversores y la mayor parte de las veces todo quedaba en nada. La llegada del crowdfunding, no obstante, abrió un nuevo camino.
Las startups salidas de una plataforma de crowdfunding se dividen en dos categorías: las que primero nacieron y, ya como empresas, llevaron su producto a la plataforma escogida, y las que no se constituyeron de forma legal hasta que vieron el apoyo que su idea tenía. Kickstarter, Indiegogo y otros sitios de este tipo están llenas de historias de diseñadores que presentaron una idea o un prototipo y que acabaron formando una empresa para poder vender el producto tras haber logrado su financiación. Hay startups que acaban de nacer y startups que, tras unos años de vida, no lograron realmente poner su gadget en circulación hasta pasar por el crowdfunding.
La idea parece simplemente perfecta: una especie de estudio de mercado y preventa que prueba si el producto va a tener éxito o no, si interesará al consumidor o no. El riesgo empezó a verse principalmente tras el éxito de Pebble, el reloj inteligente de tinta electrónica que rompió todos los records y no fue capaz de dar respuesta a todos sus micro-inversores en los plazos previstos. Y Pebble Technologies, la startup detrás del smartwatch, ya llevaba unos años existiendo y había pasado por una aceleradora del prestigio de Y Combinator. ¿Deberían las startups de este tipo dejar de intentarlo?
Lo cierto es que, pese a los problemas que puede traer consigo el tener demasiado éxito de forma inesperada, el crowdfunding es una opción tentadora para cualquier startup o proyecto de startup. La lista de empresas que han salido de ahí es cada vez más larga y, si bien finalmente casi todas tienen retrasos en la entrega de sus productos, lo cierto es que siempre es mejor tener demasiada demanda que no tener ninguna. En algunos casos, las startups han logrado hasta llamar la atención lo suficiente como para ser adquiridas por otras compañías (es el caso de TT Design Labs, creadores de TidyTilt y comprados hace un par de meses por Logitech).
¿De qué startups se puede decir que prácticamente han nacido como un producto del crowdfunding? Estos son los 10 casos de éxito más llamativos.
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