Aquellos que conozcan el mundo de la impresión 3D reconocerán ambas empresas. La primera se ha centrado en el desarrollo más profesional y comercial de la impresión 3D, con impresoras de alta calidad pero también de un elevado coste. Por otro lado Makerbot ha sido una de las pioneras en llevar la impresión 3D al alcance de cualquiera a través de sus impresoras 3D de escritorio.
Si bien Makerbot no llega al punto DIY del movimiento RepRap, sí que ha permitido que la impresión 3D sea algo más conocido popularmente. Por eso esta compra supone el interés de Stratasys por acercarse a los consumidores y no perder el tren de la expansión de la impresión 3D.
En sí la venta no afectará a las operaciones de cada una de las empresas, al menos según dicen, ya que aseguran que todo permanecerá igual, pero también es cierto que ninguna empresa se gusta 604 millones de dólares sólo por obtener sus beneficios a partir de ese momento y sin controlar de ninguna manera su actividad.
Por ese motivo no sabemos si esta adquisición, tildada de fusión, será a la larga algo bueno para los consumidores o no. Lo único claro es que por ahora resulta inquietante.
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