Smartphones, toda una tentación para el fraude online
Conmemorando el Día de Internet Seguro, hay que apuntar a los smartpohones como el siguiente reto de las empresas de seguridad para este 2011.
Apenas dos semanas después del Día Europeo de la Protección de Datos, que coincidió con el Día de la Privacidad en Estados unidos, volvemos a las celebraciones, esta vez para conmemorar el Día de Internet Seguro. En estos casos, en lugar de tartas y velas, lo hacemos con informes, y como se trata de seguridad, cuando más escandalosos, mejor. Ayer ya informábamos de que un tercio de los internautas de la Unión Europea habían tenido algún virus en 2010, y publicábamos un vídeo que demuestra que los españoles son conscientes de la importancia de contar con un antivirus, aunque siempre que se puede se opta por uno gratuito.
Hoy seguimos con la celebración y ahora le toca el turno a los smartphones, el próximo gran reto para las empresas de seguridad, que deben lidiar con más plataformas (Android, Windows PHones, iOS, webOS, Blackberry, etc.) que en el segmento de los ordenadores, muchos más modelos y una característica que hace que los smartphones sean tan atractivos: el estar siempre conectados.
El primer informe sobre Malware en Smartphones realizado por el Consejo Nacional Consultivo de Cyberseguridad (CNCCS) desvela que el primer código malicioso destinado a dispositivos móviles apareció en 2004, pero desde entonces los ataques han evolucionado a una velocidad de vértigo hasta llegar al último detectado hace escasos meses: ZEUS Man in the Mobile.
Como reconoce David Barroso, director de S21sec e-crime, las empresas de seguridad preveían que los dispositivos móviles serían objeto de la mayoría de los ataques que pueden observarse actualmente en los PCs, pero ha sido en 2010 “cuando hemos visto el cambio de tendencia. Creemos que en 2011 los ataques a dispositivos móviles pasarán de ser una estimación a una realidad”.
Hay que tener en cuenta a que la creciente utilización de los smartphones para todo tipo de operaciones, desde convertirse en un medio de pago, seguimiento de individuos a través del GPS, acceso a la banca electrónica, etc., convierte a los teléfonos avanzados en toda una tentación para los ciberdelincuentes, capaces de convertir sus acciones en dinero a un ritmo que ya han superado la ingresos generados por el tráfico de drogas.