Silicon Valley mira hacia Israel
Israel acumula uno de los mayores niveles de jóvenes empresas del mundo, lo que le ha valido el sobrenombre de “nación startup” y el interés de los gigantes tecnológicos.
Tiene hechura de ciudad: ronda prácticamente la misma población que Londres, unos 8 millones de habitantes, y se expande por 22.145 kilómetros cuadrados, aproximadamente lo mismo que ocupa el área metropolitana de Sao Paulo. Pero, a pesar de sus dimensiones, de su corta historia como país y de los conflictos de los que se ha rodeado durante las últimas décadas, Israel ha conseguido destacar a nivel internacional por su capacidad para sacar adelante empresas de nueva creación que no sólo tiran del carro de su economía, sino que han comenzado a ser reclutadas a un ritmo frenético, tanto en cuestión de activos como de talento, por los principales miembros del panorama tecnológico. Léase Facebook, Apple y Microsoft, entre muchísimos otros.
La que que más recientemente ha caído en las redes de uno de esos referentes de Silicon Valley es Waze, una popular aplicación de tráfico y navegación basada en la comunidad que fue valorada en 966 millones de dólares. O, al menos, eso es lo que puso Google sobre la mesa a mediados de junio y acabó de convencer a sus creadores para firmar el acuerdo de adquisición, descartando el interés previo de, precisamente, Facebook, Apple y Microsoft.
El atractivo de Waze se explica por el aprovechamiento de todo un entramado de señales por satélite para generar mapas y datos de tráfico que luego se comparten entre millones de usuarios de smartphones en tiempo real, a medida que viajan y de manera gratuita. Esta información abarca desde accidentes recién producidos hasta el cierre imprevisto de carreteras o incluso las fluctuaciones en los precios de la gasolina. Y, a mayores, el software es capaz de aprender la ruta habitual de cada internauta y recordar cuáles son sus calles preferidas para personalizar el uso.
Esto es, un mapa del mundo constantemente actualizado que permitirá hacer de Google Maps una herramienta todavía más precisa y que deja a sus contrincantes en una complicada situación. En la actualidad, la creación de aplicaciones cartográficas es una tarea realmente cara. Son muy pocas las empresas que poseen su propio servicio de mapas globales y algunas de las que han intentando trazar su camino por libre, como la mismísima Apple, se han estrenado con mal pie, lo que vuelve todavía más fascinante el hecho de que un proyecto iniciado hacia finales de los 2000 haya acabado convirtiéndose, por su buen hacer, en objeto de deseo de corporaciones que le superan en renombre, que cuentan con todos los medios habidos y por haber (y alguno más) y a las que incluso les sobre experiencia en el sector de la geolocalización.
Un vivero de startups
Pero Waze no es la única, ni tampoco será la última. Otras dos startups cuya marca comienza por “w”, Wibbitz y Wix están creciendo a lo grande. La primera, aunque apenas acaba de salir de la fase beta en su empeño por transformar simples textos en imágenes que se mueven, ha recibido inversión de las mismas personas que confiaron en su día en Waze, Facebook o Spotify; y la segunda, que se dedica al diseño y desarrollo web, ya está preparando su salida a bolsa.
También están sacando la cabeza otras ideas como por ejemplo la que sostiene a Parko, muy al estilo de Waze, que se sirve de los usuarios para informar de sitios de aparcamiento libres; Cell Buddy para eliminar los cargos por roaming vía SIM; los sistemas de recomendación de películas Jinni y de contenidos Outbrain; la app de síntesis de voz VivoText; Powermate, que fabrica cargadores wireless; Bizzabo, que trabaja con el potencial todavía explotable de las redes sociales; o un “mercado” para recolocar reservas de hoteles llamado Roomer.
Por no hablar de todas las empresas con simiente israelí que han cambiado de dueños durante los últimos tiempos: Anobit (adquirida por Apple), Boxee (integrada en Samsung), DesignArt Networks (absorbida por Qualcomm), Face.com (comprada por Facebook), Guardium (anexionada a IBM), Navajo Systems (conquistada por Salesforce.com), NDS (propiedad de Cisco), Omek Interactive (en poder de Intel), ScaleIO (parte de EMC), Snaptu (conquistada, al igual que Face.com, por Facebook), Telmap (unida también a Intel), VideoSurf (bajo mando de Microsoft), WorkLight (ganada asimismo por IBM)… y así hasta casi el infinito.
De hecho, Primesense, el diseñador de sensores de movimiento que colaboró en la creación de la primera generación de Kinect para Xbox 360, podría pasar a engrosar pronto esa lista si los rumores sobre una oferta de Apple son, finalmente, ciertos. La firma de la manzana mordida necesita desarrollar un producto que le ayude a combatir la frustración de sus accionistas y a recuperar la senda de la innovación por la que se hizo famosa. Aunque la cifra de la que se está hablando son 280 millones de dólares y fuentes de Primesense han advertido que “valemos diez veces más”. Y puede que así sea.
Israel cuenta a día de hoy con unas 4.800 startups, lo que significa que sólo Estados Unidos le supera en número, dato que corrobora la última revisión del Startup Genome, donde también se evidencia que el Top 10 está dominado de forma absoluta por regiones americanas (6 estadounidenses y 2 canadienses). Las otras dos son Tel Aviv y Londres. En pleno Oriente Próximo, ha conseguido situarse primera de la lista en cantidad de empresas que cotizan en el Nasdaq, que no sean locales, y en porcentaje de su PIB invertido en I+D. El software se encuentra entre sus principales productos exportados. Y las firmas de capital de riesgo han invertido casi 900 millones de dólares en su red empresarial el año pasado, lo que supone un incremento del 41% respecto a la cifra de 2011. ¿Qué más?
Uno a uno, los gigantes de Estados Unidos, otra vez, están levantando ahí centros de investigación que se aprovechan de esta sinergia. Puede que no tenga una Apple o una Intel, pero ha captado la atención de la Apple y la Intel reales, que cuentan con 3 y 4 instalaciones cada una en la zona… y de IBM, de HP, de SAP, de Yahoo! y de muchas más. Tanto es así que se cifran en 240 las multinacionales interesadas en su panorama emprendedor y se sabe que el fabricante de chips de Santa Clara ha invertido en 64 startups israelíes en los últimos quince años además de tener 8.500 empleados trabajando allí.
¿Y ahora qué?
Ya sea por su cultura militar, señalada en el libro Start-up Nation y los propios implicados, como una de las causas más arraigadas que ayudan a aflorar la productividad, la disciplina, la innovación y la sensación de que todo es posible, o bien por las ayudas internacionales y la financiación de bolsillos privados, según los más críticos, lo cierto es que el calificativo de vivero de startups por antonomasia no se le puede negar a Israel. Ahora queda por ver si en el futuro estas startups serán capaces de evolucionar hacia una red autónoma de empresas rentables que realicen sus propias inversiones y crezcan más allá de las adquisiciones por parte de terceros.