La compañía argumenta “falta de lealtad” para las sanciones, algo que no se recoge en el código laboral francés como base para un despido, según indica el sindicato CGT, que denuncia que Michelin “utiliza la crisis para meter miedo a los trabajadores”.
Los hechos ocurrieron en marzo cuando con sus ordenadores personales y desde la conexión de su domicilio, los trabajadores criticaron las condiciones de trabajo. El empleado despedido comparó su actividad con los trabajos forzados de los presidiarios y el sancionado denunció la mala remuneración y la imposibilidad de cumplir el ritmo de trabajo impuesto por la compañía.
Quitando las comparaciones, nada que cualquiera de los asalariados del mundo no hayamos criticado con más o menos razón en alguna ocasión. Más allá de los pirineos afilan la guillotina.
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