El sector de la automoción está viviendo una revolución en los últimos años. Si en el siglo XX la innovación se centró esencialmente en la mejora del rendimiento de los motores, para conseguir coches más rápidos, potentes, seguros, eficientes y menos contaminantes, el siglo XXI ha traído un importante cambio de paradigma.
Especialmente en la última década, en la que el esfuerzo investigador ha dado un volantazo hacia la electrificación, los sistemas avanzados de asistencia a la conducción (ADAS, por sus siglas en inglés), la conectividad y la conducción autónoma. Todos estos avances tienen un punto en común: el incremento del uso de semiconductores a bordo de los vehículos.
Según explica en este artículo Begoña Cristeto, socia responsable de Automoción, Industria y Química de KPMG en España, “el valor de los semiconductores que se utilizan para fabricar los vehículos híbridos y eléctricos hoy en día duplica al de los de motor de combustión interna”. Además, adelanta que los futuros vehículos autónomos tendrán “un contenido entre ocho y diez veces superior de semiconductores respecto a los no autónomos”.
Reconoce que no existe unanimidad respecto a la transición del vehículo de combustión al eléctrico, aunque advierte que la sustitución total va a ser un proceso lento, ya que las ventas de vehículos eléctricos representan actualmente alrededor del 2% del total de turismos matriculados. Además, un informe de KPMG indica que el mercado masivo de vehículo eléctrico tardará al menos una década en llegar. En cualquier caso, Cristeto remarca que en el sector hay consenso a la hora de señalar que más de la mitad de los vehículos comercializados en 2030 tendrán alguna forma de electrificación.
El horizonte del coche autónomo parece más lejano. Al menos si pensamos en la producción masiva de vehículos con un nivel 5 de autonomía en la conducción. Pero esto no quiere decir que no haya avances significativos. La experta de KPMG señala que se pronostica que las flotas en mercados urbano alcancen un nivel 4 en los próximos 2 ó 3 años, mientras que los analistas creen que los vehículos con un nivel 4-5 de autonomía podrían superar el 10% de las ventas en 2030.
Una de las consecuencias de la electrificación y de la conducción autónoma es el aumento de la demanda de semiconductores por parte de la industria de la automoción. Según el informe ‘Automotive Semiconductors: The new ICE age’, elaborado por KPMG, el mercado de semiconductores para este sector podría cuadruplique en los próximos veinte años, alcanzando los 200.000 millones de dólares en 2040, frente a los 40.000 que supuso en 2019.
Además, Cristeto advierte que en esta cifra sólo se contemplan los semiconductores utilizados en el vehículo, excluyendo partidas muy relevantes, como las que afectan a las infraestructuras de recarga, a la conectividad o a los servidores para sustentar las infraestructuras cloud.
La analista hace hincapié en que el aumento de la convergencia entre las industrias de automoción, semiconductores y computación exigirá nuevos modelos de colaboración entre los integrantes de la cadena de valor. “Las empresas de todos estos sectores deberán tomar decisiones estratégicas sobre cómo innovar, dónde invertir (I+D vs M&A), con quién colaborar y dónde competir”, advierte.
Asimismo, remarca que el valor del vehículo dependerá en menor medida del motor, adquiriendo un peso creciente el software, la electrónica y la continua integración entre hardware y software. “Aquéllos que sean capaces de controlar la experiencia de usuario y los datos, dominarán la parte de mayor valor de la cadena”, asegura.
De este modo, afirma que los fabricantes están comprendiendo que deben involucrarse más en la tecnología que incorporan los vehículos, estableciendo una vinculación más directa con los proveedores de semiconductores, alterando la relación tradicional fabricante-Tier 1.
Por otra parte, se detiene en algunos de los retos que habrá que afrontar, como la falta de abastecimiento de semiconductores, que en algunos casos incluso amenaza con detener la producción de automóviles. En este sentido, recuerda que el mercado se encuentra “muy tensionado”, debido al incremento de la demanda de dispositivos móviles y electrónica de consumo y por las consecuencias de la pandemia.
Así pues, destaca la iniciativa sobre procesadores y tecnología de semiconductores presentada por la Unión Europea a finales de 2020, con el fin de reducir la dependencia de terceros países y garantizar el abastecimiento de la industrial continental.
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