Amazon presentó a finales de enero los datos del ejercicio 2015, en los que obtuvo un beneficio neto de 596 millones de dólares, frente a los 241 millones de pérdidas que registrara el año anterior.
Después de muchos años de trabajo para la expansión y creación de una base de clientes, la compañía ha empezado a teñir de negro sus habituales números rojos. Y si esto ocurre, en gran parte se debe a la magnífica evolución de Amazon Web Services (AWS), su plataforma de servicios en la nube.
Como explica Joan Piñol, profesor de Business Intelligence en EAE Business School, grandes corporaciones como Kellog’s, Novartis, Phillips, Netflix o incluso la NASA utilizan los servicios de AWS, “que lidera de forma clara el mercado de IaaS”. Así, puntualiza que “en 2015, triplicó a su inmediato perseguidor en cuanto a cuota de mercado, Microsoft con su plataforma Azure, que a su vez relegaba a IBM al tercer puesto. AWS también ha liderado los estudios de mercado ‘Magic Quadrant’ de Gartner durante los últimos cuatro años, consiguiendo una posición de líder destacado sobre su inmediato competidor, otra vez Microsoft Azure”.
Ricardo Pérez, profesor de Sistemas y Tecnologías de la Información de IE Business School, coincide en señalar la posición de liderazgo de la compañía. “AWS es el dominador claro, con más cuota de mercado que todos sus competidores. El haber sido uno de los primeros y su capacidad para aumentar la oferta, con más herramientas y con un precio muy competitivo lo han convertido en un líder claro”, afirma.
Este dominio del mercado se refleja en las cuentas de Amazon, ya que AWS tiene un peso muy importante en los beneficios de la compañía. Por este motivo, cabría plantearse una posible segregación de esta ‘pata’, conformando una empresa independiente.
“Es un hecho que el modelo de negocio de AWS poco tiene que ver con el core original de Amazon. Ante esta situación, es común separar dos líneas de negocio tan diferenciadas, especialmente en momentos de dificultades económicas, lo que podría hacer factible dicha segregación. No obstante, la política actual de Amazon es la de una diversificación que ha supuesto la clave de su éxito. AWS es un componente más, una pieza de un puzzle que conforma un panorama más grande y en el que la posesión de información -de clientes, de la misma compañía, del mercado y de todo el entorno- es uno de los factores clave. Y es ahí donde AWS encaja perfectamente dentro del ecosistema que está creando Amazon. Por lo tanto, teniendo en cuenta la solvente situación financiera de la compañía, la rentabilidad de la división y la estrategia de diversificación, no parece probable una separación a corto plazo”, declara Piñol.
Igualmente, el profesor de IE Business School, no cree que vayamos a ver una separación inminente. “Mientras el mercado siga creciendo tan rápidamente, seguramente no suceda. Salvo que el mercado exija números al otro lado del negocio, no lo harán. Google, que es a donde todo el mundo mira para esto, lo ha hecho para demostrar que su negocio core va bien y que el resto de los negocios no gastan mucho. Aquí es al revés: AWS gana un dineral y el resto no tanto. El negocio tradicional por diseño -para invertir en desarrollo- casi no obtiene beneficios”.
Y en caso de querer abordar dicha segregación, Pérez opina que no sería demasiado compleja. “El sistema está montado de manera que Amazon, la compañía que distribuye de todo por internet, es un cliente más de AWS. Así que si les interesase, podrían hacerlo fácilmente”, afirma.
Si AWS se desligase de Amazon se obtendrían algunas ventajas estratégicas. “Dos líneas de negocio tan distintas -servicios cloud y ecommerce- podrían rendir mejor de forma separada y con estrategias de compañía creadas de forma específica para cada una. No obstante, la estrategia de los gigantes de internet tiende a la convergencia, a la creación de ecosistemas dónde los servicios integrados aportan mayor valor. Es en este punto donde existe el principal inconveniente: sus principales competidores aúnan varios servicios: cloud computing, hardware específico, movilidad -dónde Amazon intenta encontrar un hueco-, fuentes de información de clientes para su explotación final, y ventas, dónde el core de Amazon sí entra de lleno”, anota el profesor de EAE Business School.
Asimismo, Pérez considera que la principal ventaja sería “señalizar un negocio independiente con mucho crecimiento”. En el lado puesto, advierte que “dejaría de ser todo tan poco claro, impidiendo el hacer ‘lo que les da la gana con los números’, que es básicamente lo que Amazon hace desde siempre, sin prestar mucha atención al mercado”.
Además, tampoco sería un proceso tan sencillo, sino que se encontraría con algunas trabas. “Las principales dificultades que aparecerían en primera instancia son burocráticas y administrativas. Amazon debería adaptar sus procesos y transformar sus divisiones en cliente y proveedor. El core de ecommerce, cuya fortaleza es la excelencia en la logística, debería realizar una adaptación de una precisión quirúrgica. La parte de cloud computing perdería potencia en cuanto a una marca paraguas y capacidad de inversión en un mercado dónde la innovación es el principal factor de supremacía pero también de supervivencia”, comenta Piñol.
Otro aspecto que habría que considerar es el coste de una supuesta segregación. El profesor de EAE Business School indica que “los principales costes serían los de adaptación de los procesos, pero también los de una desconexión entre dos patas de una mesa que se ha mostrado extremadamente sólida”. De este modo, remarca “la pérdida de flexibilidad, de la convergencia entre dos modelos distintos pero con una maquinaria perfectamente engrasada y por cuyos engranajes fluye uno de los mayores activos de internet: la información”. En su opinión, “aunque el principal producto de Amazon sea el ofrecido en una tienda que ha sido revolucionaria, la flexibilidad y la capacidad de adaptación al cliente mostradas han tenido su origen en unos sistemas de los que ha nacido AWS. Evidentemente, Amazon podría continuar siendo ‘cliente’ de AWS, pero la separación de lo que había sido un objetivo común supondría ese desalineamiento que puede marcar la diferencia en un mercado tan competitivo”.
En este sentido, el experto de IE Bussiness School advierte que “habría que pensar si la separación realmente es algo que aporte valor a alguien”. En cualquier caso, considera que Amazon y AWS “son estructuras muy distintas, así que no debería representar grandes retos”.
Si echamos un vistazo al mercado podemos ver el resultado del proceso de segregación de negocios de otras compañías, ayudándonos a predecir el efecto que podría tener una supuesta separación de Amazon y AWS. La primera consecuencia sería la desvinculación de la marca. “Aunque sigan apareciendo bajo el mismo nombre, la pérdida del paraguas siempre acaba influyendo en el activo más débil”, indica Piñol.
Asimismo, explica que “la separación de activos acaba suponiendo la venta de aquellos cuya rentabilidad afecta negativamente a la global o simplemente de aquellos que quedan desalineados de la estrategia general, especialmente cuando se quieren afrontar compras de otros que sí lo están. Casos recientes son las ventas de la división Vaio de Sony a Japan Industrial Partners, viendo reducida drásticamente la fuerza de su marca y con una estrategia actual poco definida -entrando en el mercado Windows Phone, por ejemplo-. Microsoft, por su parte, vendió algunos activos como su división de publicidad a AOL, o su tecnología de mapas a Uber –curiosamente, uno de los motivos era ganar líquido para potenciar su división cloud- y dicha operación no resultó una mejora evidente en ninguna de las tres partes”.
A partir de estas experiencias, el profesor de EAE Business School cree que “a no ser que los activos sean tóxicos, el mercado tecnológico responde mejor a la agrupación que a la segregación, al modelo unificado de servicios integrados que al de los independientes”.
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