En total, el chip del procesador estaba integrado por apenas 2.300 transistores, una cifra que contrasta con los alrededor de mil millones que presentan los Intel Core de segunda generación que se comercializan en la actualidad.
Otro aspecto en el que está a años luz de los actuales procesadores es el de la velocidad, ya que esta llegaba sólo a los 740 kiloherzios, cuando actualmente se encuentran a la venta modelos cercanos a los 4GHz.
Para hacernos una idea de las diferencias, los actuales iCore trabajan a una velocidad que es prácticamente 5.000 veces superior y además, cuentan con un consumo de energía 5.000 veces menor.
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