Resulta cuanto menos curioso celebrar la onomástica de un virus que hiciera tanto daño hace diez años, si no fuera porque motivó un cambio en la manera en que las compañías antivirus reaccionaban ante las amenazas.
El malware envió un mensaje de correo electrónico titulado ‘Aquí tiene el documento que ha pedido… no se lo enseñe a nadie más:-)’ a través de Microsoft Outlook a las primeras 50 direcciones de correo electrónico de la lista de una víctima, sobrecargando los servidores de correo electrónico de todo el mundo.
El ataque hizo despertar a la industria de seguridad antivirus, y llevó al fin de los productos centrados únicamente en técnicas de detección basadas en firmas. Al principio se creaban firmas una vez al día, sobre todo cuando los virus se extendían a través de los disquetes, pero después la periodicidad de las actualizaciones se realizaba cada cinco minutos.
Melissa fue un hito para los creadores de malware, que vieron la rapidez con la que un virus podía extenderse por todo el mundo; hay quien afirma que el virus podría haber iniciado el camino de los botnets. Y es que los criminales vieron cuán rápido podían poner a los ordenadores infectados bajo su control.
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