En el mes de octubre de 2007 comenzaron las conversaciones entre Sanyo y Kyocera para la venta de la unidad de móviles de la primera. Las negociaciones han cristalizado en un acuerdo de adquisición por valor de 40.000 millones de yenes (255,2 millones de euros), que se hará efectivo el próximo 1 de abril, cuando comienza su año fiscal.
Pese a que Sanyo pasa por un momento difícil, con problemas de contabilidad que podrían llevar a su salida de la bolsa, la familia que fundó la compañía se ha mostrado reacia a la venta de cualquiera de sus divisiones. La presión de los grandes inversores de la compañía, como Goldman Sachs y Daiwa Securities, ha producido su efecto.
La parte de negocio que compra Kyocera incluye sus plantas de fabricación de dispositivos, así como sus operaciones de venta, tanto en Japón como fuera del país. La venta supone un cambio de rumbo en la dirección de Sanyo, que espera tener su primer trimestre positivo en cuatro años.
Por su parte, Kyocera convierte la fabricación de teléfonos móviles en su primera línea de negocio. Tendrá que afrontar el reto de mantener sus márgenes de beneficio mientras integra las operaciones de Sanyo y compite en los mercados de Estados Unidos y Europa. Según The Wall Street Journal, la compañía espera aprovechar los canales de venta, la tecnología y la marca Sanyo.
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