Cuando la policía egipcia arrestó a James Karl Buck sin cargos, sólo por fotografiar una manifestación en el país, la primera reacción del joven licenciado fue enviar un mensaje por el móvil a través de Twitter en el que ponía “Arrestado”. El mensaje pudo llegar así a su universidad, al embajador de Estados Unidos en ese país y a los responsables de prensa que se encargaban de él en Egipto.
Al día siguiente, Buck siguió escribiendo: “Vivo y ok. Todavía en la cárcel”. Pocas horas después fue liberado. La anécdota no deja de ser una buena publicidad para el sitio social ya popular en todo el mundo, además de un indicador de los extraños usos que puede llegar a tener la tecnología.
vINQulos
TechCrunch
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