La transformación digital es un tema recurrente. Las empresas son conscientes de que han de aprovechar la tecnología para ser más competitivas y dar una respuesta eficaz y eficiente a las demandas del mercado.
Según una encuesta de KPMG a CEO de todo el mundo, las principales tecnologías emergentes son los servicios de seguridad cloud, Robot Process Automation (RPA), Internet de las Cosas, movilidad y conectividad, computación cognitiva y blockchain.
La incorporación de estas y otras nuevas tecnologías ofrece muchas oportunidades. Por ejemplo, la consultora destaca que “la digitalización de procesos internos de negocio, así como su automatización mediante RPA, se está traduciendo en una significativa reducción de costes y tiempos, redundando en una mejora palpable de la satisfacción de los clientes directos”.
Igualmente, KPMG hace hincapié “la presencia de sensores y dispositivos interconectados, midiendo el desempeño y transmitiendo información en tiempo real, permiten que, al combinarlos con capacidades de análisis y predicción, se puedan evaluar dichos datos de manera más precisa, detectar potenciales problemas o asignar recursos técnicos especializados con el objetivo de poder llevar a cabo acciones preventivas de mantenimiento, reduciendo o, en el mejor de los casos, evitando que se produzcan fallos”.
Sin embargo, esta transición tecnológica no siempre es sencilla. El informe ‘Disruption is the new norm’, elaborado también por KPMG, pone de manifiesto que la adopción de las tecnologías emergentes por parte de las compañías no se está llevando a cabo con un correcto enfoque de gobierno y gestión de riesgos.
Dicho estudio señala algunos de éstos, como el escaso alineamiento entre la incorporación de estas tecnologías y la estrategia de la organización. En este sentido, recuerda que “la tecnología debe ser siempre un medio y no un fin en sí mismo, por lo que es importante mantener el foco, orientándose a la necesidad que marcó dicha adopción”.
También es un riesgo habitual que este tipo de iniciativas no cuenten con un presupuesto firme y realista, lo que puede desembocar en una implementación parcial o no alineada con los objetivos. Así, incide en la necesidad de realizar business cases previos, reflejando el ROI de la iniciativa e incluyendo los diferentes casos de uso y los interesados y beneficiarios del proyecto.
Otro problema que suele aflorar es la falta de capacidades y experiencia técnica en el seno de la empresa. Es preciso incorporar, para lo que será necesario valorar si se hace crecer el equipo de manera interna o se prefiere contar con ayuda externa puntual.
Además, hemos de tener en cuenta las regulaciones normativas, “que en muchos casos son inconsistentes, están desactualizadas o directamente no existen”, afirma la consultora. Hay sectores en los que se exigen muchos requisitos, que generalmente no se han adaptado a la misma velocidad que la tecnología, haciendo peligrar la viabilidad de las iniciativas. De este modo, KPMG recomienda hacer un estudio previo del marco regulatorio.
Por último, advierte de la importancia del análisis y los procesos de seguridad desde el diseño, así como la evaluación de riesgos y amenazas externas, con el fin de evitar ulteriores brechas de seguridad.
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