Riesgo de recesión en 2023 para el sector de tecnología como servicio
La transición digital protagonizada por la migración a la Nube ha potenciado el florecimiento del SaaS (software as a service, software como servicio).
La situación internacional afecta a la economía en diversos aspectos y el sector tecnológico no es ajeno a la incertidumbre ni mucho menos al riesgo de que en 2023 comience a producirse una recesión a la que, además de los factores exógenos de la marcha de la economía mundial se vería afectada por los factores endógenos del propio sector.
Desde los problemas en la cadena de suministros (causados por los confinamientos pandémicos pero también por los rigores de la ola de calor en China) hasta la escasez de talento técnico y tecnológico o la amenazas de ciberseguridad, son factores que incidirían en cómo se vería afectado el sector tecnológico de confirmarse la anunciada recesión que sufriría la Unión Europea a comienzos de 2023.
En este contexto, con la migración a la Nube como uno de los actuales paradigmas de la transición digital y los gastos en el entorno Cloud representando el 40 % del total del gasto TIC de las empresas durante 2022 la previsión es que se incremente dicho gasto hasta el 50 % para finales de este mismo año y que en 2026 sea de hasta el 60 %.
En este capítulo, denominado “SaaS” (Software as a Service, software como servicio), sería donde podrían notarse especialmente los efectos de una recesión que obligaría a recortar inversiones. Desde IDC se ha dado a conocer un informe al respecto que apunta a que hasta el 63 % de los directores de tecnología de las empresas reducirían significativamente los presupuestos dedicados al segmento SaaS
No obstante este informe de IDC distingue también entre las decisiones de inversión en el sector tecnológico y entre los consumidores, con una clara diferenciación entre consumidores (que concentran más su gasto en dispositivos y servicios multimedia y de streaming de contenidos) y las empresas, con una clara apuesta por la Nube, con inversiones más resistentes.
Prueba de ello es que en anteriores recesiones el gasto TIC de las empresas seguía las tendencias de fluctuación del PIB pero ahora, con contratos plurianuales, estas inversiones quedan desligadas de la evolución del PIB, algo especialmente relevante en un periodo de elevada inflación como es el actual.
Para añadir algo de flexibilidad a estos contratos se están añadiendo cláusulas que permiten reducir la volatilidad de los costes en estos contratos por periodos prolongaos, lo que además permite a las empresas y a los clientes establecer previsiones más ajustadas en su contabilidad.