Retrasos de cinco meses en la entrega de ordenadores por la escasez de microchips
El cuello de botella de la producción de microchips retrasa hasta cinco meses la entrega de ordenadores.
El cuello de botella de la industria de los microchips continúa sin solucionarse y entre la múltiples consecuencias una de ellas es el aumento de los tiempos de entrega de microchips, que se están alargando pasando de algo más de un mes a los cinco meses.
Son datos que arroja un estudio de Gartner, que indica que en algunos casos los portátiles destinados a entornos empresariales (los que más demanda reciben) han experimentado periodos de hasta 120 días de espera para entregarse al cliente por estar interrumpida la cadena de suministro de semiconductores.
Esta situación se originó a comienzos de 2020 con el parón mundial y el confinamiento derivados de la pandemia de la COVID-19. Esas semanas (meses en algún caso) de interrupción de la actividad ocasionaron una interrupción en la fabricación de componentes que son necesarios en ordenadores, dispositivos móviles, electrodomésticos, automóviles… por lo que son variadas las industrias que se han visto afectadas.
Aumento de los precios
Adicionalmente, el incremento en la demanda de dispositivo electrónicos e informáticos derivada del confinamiento domiciliario y el teletrabajo, abunda en la situación potenciando el cuello de botella mencionado. Según Mikako Kitagawa, director de investigación de Gartner, la escasez global se semiconductores estaría ocasionando un aumento de los precios que podría frenar la demanda de ordenadores durante los próximos seis meses.
Uno de los problemas añadidos es que existe casi un monopolio en la fabricación de semiconductores por parte de la empresa TSMC, que aglutina casi el 90 % del sector, concentrando la fabricación además únicamente en Taiwán, aunque ya tiene planes para abrir nuevas plantas de fabricación fuera del país.
Empresas como Intel ya han anunciado sus planes para incrementar la producción en incluso montar nuevas plantas de fabricación, pero hacen falta inversiones millonarias (entre 10.000 y 20.000 millones de dólares) y al menos dos o tres años para que la fábrica esté operativa, por lo que tampoco es una solución a corto plazo. La propia UE tiene planes para desarrollar una industria propia de semiconductores, pero todo ello no va a impedir que la situación cambie en los próximos meses.