Uno de los puntos negros de la Sociedad de la Información en nuestro país es
el bajo crecimiento del comercio electrónico. Si bien las transacciones entre
empresas (B2B) gozan de excelente salud y se incrementan considerablemente año
tras año, en lo que se refiere a comercio electrónico destinado al consumidor
final (B2C) todavía no se alcanzan cifras relevantes o comparables con los demás
países europeos.
Ciertamente la evolución online de los mercados europeos, por no hablar del
americano o el asiático, es considerablemente superior a la evolución de
comercio electrónico español, y las causas que provocan este retraso, hay que
buscarlas tanto en el comportamiento de los usuarios, como en el de empresas e
instituciones nacionales.
En el caso del usuario español, es importante destacar su todavía falta de
confianza en la red. Las costumbres y hábitos de compra de los usuarios
españoles no han cambiado mucho en los últimos años. Está claro que preferimos
salir de compras a ?irnos de webs?. Todavía tenemos la necesidad de tocar y
probar lo que compramos, nos gusta saber quien nos lo vende y nos sentimos más
tranquilos con nuestro ticket de fino papel guardado en la cartera.
Además, las rutinas de navegación y de búsqueda en Internet de los españoles,
es más de tipo ?informacional? que transaccional, ya que normalmente están
encaminadas a conseguir información o comparar productos antes de comprarlos
físicamente en una tienda tradicional. Aunque algunas parcelas de ocio, como la
venta de billetes de avión o tren, libros y entradas para conciertos, cine o
teatro, siguen siendo los reyes de la compra por Internet.
Y posiblemente una de las justificaciones de su éxito sea, precisamente, el
carácter intangible de estos productos. La desconfianza del consumidor, ya sea a
los medios de pago o a dejar sus datos personales en la red, sigue siendo una de
principales trabas a la entrada de nuevos e-compradores.
Algunos servicios electrónicos, como el m-commerce a través de SMS, triunfan
en España. También hay que tener en cuenta, que la tasa de penetración del móvil
es infinitamente mayor que la de Internet, que, aunque se incrementa día a día,
todavía no alcanza los niveles del móvil.
La seguridad sigue siendo uno de los mayores miedos y amenazas con los que se
encuentra el comprador online. Muchas veces son los mismos medios de
comunicación los que se encargan de alentar estas amenazas, magnificando hechos
referentes a ataques informáticos y fraudes online. Esto hace que el usuario que
se decide a comprar por la red, lo haga en empresas que ya conoce, por tener una
imagen afianzada fuera de la red.
En cuanto a las empresas, pocas son las que se animan a dar el salto al
comercio electrónico. La falta de planteamiento en los proyectos, provocado por
una mala elección del partner tecnológico, unido a la amplia oferta
internacional de e-commerce a un clic de distancia, son algunos de los factores
que desalientan a las empresas nacionales a la hora de plantearse el e-commerce.
Por su parte las instituciones, aunque realizan acciones de sensibilización
encaminadas al fomento del e-commerce y de la Sociedad de la Información, no
acaban de rentabilizar sus propuestas de valor. Las empresas muchas veces no se
aprovechan de las ayudas públicas a las TIC y los ciudadanos no acaban de
decidirse por la e-administración, aunque nuevas iniciativas como el DNI
electrónico pueden hacer cambiar esta tendencia.
Miguel Orense es consultor de márketing online de
Adesis Netlife y administrador del blog
sobre marketing 3wMK.com
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