El triunfo del sentido común
El crecimiento del renting que estamos experimentando actualmente es el reflejo de una mayor cultura financiera y tecnológica que ha ido contagiando a las empresas y particulares. Esta fórmula garantiza el uso y el disfrute de bienes tangibles e intangibles a cambio de una cuota fija y mensual, reduciendo así preocupaciones y permitiendo centrar los esfuerzos en lo que realmente es importante para las empresas, hacer funcionar su negocio.
Hasta los años 90 podemos asegurar que la opción de compra de equipos informáticos por parte de las compañías españolas era la más generalizada, asumida como una inversión a largo plazo. Sin embargo, esta mentalidad de propiedad está cambiando paulatinamente en nuestro país. La razón es obvia, comprar hoy la última tecnología, supondrá mañana ser propietario de bienes obsoletos.
Fue en los 80 cuando el renting de vehículos se introdujo en nuestro país y poco más tarde esta modalidad se fue extendiendo a otros sectores, como la informática y/o tecnología. Uno de los mayores handicaps con los que se encontró esta figura financiera a la hora de introducirse en España fue el sentimiento de propiedad que existía por parte de las empresas sobre los productos informáticos y/o tecnológicos.
Se consideraba que la propiedad de estos bienes fortalecía la imagen de empresa solvente, sin contar con el altísimo grado de obsolescencia que estos productos poseían. Sin embargo, aumentaba la necesidad de las empresas de renovarse tecnológicamente para mantenerse competitivas en un mercado cada vez más influenciado por las nuevas tecnologías y en el que estar al día es fundamental para mantenerse en él.
En informática y tecnología lo que hoy parece inmejorable pronto dejará de serlo ya que nos movemos en un mundo en el que los avances tecnológicos superan cualquier expectativa. Teléfonos fijos, televisión analógica y monitores de tubo, el fax o cámaras basadas en el tradicional negativo, forman parte de una evolución que no cesa y la mayoría de estos productos han sido ya sustituidos o lo serán en breve espacio de tiempo por otros de nueva generación con mejores prestaciones y una mayor efectividad.
Hoy por hoy tenemos claro que el renting vino para quedarse, ya que la tendencia es, no sólo externalizar esta gestión de activos, sino mantenerse en disposición de realizar renovaciones constantes y periódicas con el fin de hacer viajar la información más rápidamente, de una forma más segura y que ésta quede almacenada en un soporte fiable. La tendencia actual es dotar a los contratos de renting del mayor valor añadido posible, permitiendo ofrecer un outsourcing de calidad para las empresas más exigentes y que sea el operador de renting quien se adapte a su empresa y no al contrario. Las empresas no sólo demandan un producto adaptado a sus exigencias, sino que buscan un proveedor especializado que le dé soluciones globales que favorezcan su renovación tecnológica y agilicen sus gestiones.
Una de las modalidades “especiales” de renting por la que están tendiendo muchas compañías que empiezan a entender las ventajas del renting es el rent-back; es una modalidad por la que la compañía puede vender total o parcialmente su parque informático y tecnológico a la compañía de renting y ésta se lo alquila, dándole la posibilidad de incluir en ese contrato todo el hardware y software que desee renovar.
Con ello, la empresa arrendataria obtiene grandes ventajas: este mismo contrato contempla un plan de renovación con el que pueden modernizar su infraestructura informática y tecnológica, adaptándose siempre a las necesidades del momento. Todo ello, sin incremento de la renta pactada.
La operación de venta se puede realizar por el valor en los libros de bienes, con la correspondiente modificación del balance por la enajenación de los activos. Los bienes, por tanto, quedan liberados del proceso de amortización. Además, esta operación, al ser al contado, supone una inyección de liquidez en sus libros.
Entre las ventajas económicas, la empresa arrendataria está exenta de riesgos económicos como el valor residual o la inflación. Estos riesgos son asumidos totalmente por la compañía de renting como única propietaria económica de los bienes.
En cuanto a ventajas fiscales, las cuotas de renting se consideran deducibles en su totalidad del Impuesto de Sociedades. Esta es una ventaja sustancial en relación a la compra, ya que en la adquisición, el bien se amortiza por el plazo mínimo, según tablas, deduciéndose únicamente por la parte amortizada cuando ha desembolsado el 100% del precio del bien.
Los bienes, al no adquirirse en propiedad, no se inmovilizan en el balance de la empresa ni, por tanto, se recoge la deuda con la entidad financiera de crédito en pasivo. Todo ello impide el endeudamiento y mejora la liquidez y rentabilidad. Además, el IVA se devenga en su totalidad; el cliente lo soporta repartiendo los pagos en concepto de arrendamiento durante el período contractual.
Además, el cliente puede elegir libremente el fabricante o suministrador de los bienes a contratar y siempre se le facilita la ampliación o sustitución de los equipos durante el tiempo contractual sin incremento de la cuota.
Renting vs Leasing: cuidado que no es lo mismo
En ocasiones,suele confundirse el renting con el leasing, sin embargo su definición y tratamiento fiscal son totalmente diferentes. El renting es un alquiler que puede y debe incluir servicios, mientras que el leasing se considera, a efectos fiscales y operativos, una compra financiada que, en la mayoría de las ocasiones, sólo incluye el precio del bien. Mientras que en el primero, la renta es deducible en su totalidad, en el segundo, la deducción fiscal es en base a la renta y su amortización contable según tablas del Impuesto de Sociedades.
El IT Rent Back, una modalidad en alza
Por otro lado, crece la demanda de productos en renting como el software de gestión personalizado y servicios relacionados, tales como instalaciones, formaciones, mantenimientos, seguros, etc, y es ahí donde las empresas demandan cada vez más un renting más flexible y especializado, que permita adaptarse a las necesidades reales de hoy en día de las empresas y que todo se reduzca al pago de una sola cuota, simplificando los trámites y la gestión en este sentido.