En estos últimos años, las empresas se han visto en una situación completamente nueva. Un estudio de TDM Group ha expuesto que la mayoría de las corporaciones no recibe el apoyo necesario o el asesoramiento informático adecuado para que sus empleados realicen una buena transición a un nuevo entorno de trabajo híbrido.
Aunque muchas empresas hayan vuelto a las jornadas presenciales a tiempo completo, muchas otras se han decidido por un formato híbrido, lo cual necesita de un nuevo paradigma. Desde el comienzo de la pandemia, los directivos tuvieron que recurrir a distintos métodos para involucrar a sus empleados en una dinámica de trabajo cooperativa desde sus casas y de ahí surgió la ‘fatiga de Zoom’.
Para solventar este tipo de problemas, Dynabook, heredera de Toshiba, ha decidido compartir su perspectiva frente al papel que desempeña la tecnología en este proceso compartiendo algunas recomendaciones.
Invertir en las herramientas adecuadas: La tecnología puede contribuir al éxito de la empresa, pero también puede tener un gran efecto en la cultura de los empleados. Las tecnologías adecuadas para la colaboración y la comunicación pueden marcar la diferencia en el grado de compromiso de los empleados. Por desgracia, la comunicación puede ser un gran reto en los entornos híbridos. Por ello, los canales digitales de comunicación tienen que estar bien configurados y ser rápidos, eficaces y cómodos. Con formas de comunicación más rápidas y eficientes, los trabajadores remotos podrán sentirse más integrados con el equipo en su conjunto y también mantenerse comprometidos con el trabajo. Herramientas como Microsoft Teams, Slack, Zoom y Egnyte pueden ayudar a impulsar la productividad y la colaboración.
Invertir en el hardware adecuado: El equipo que los empleados tienen en casa debe ser tan eficaz y fiable como el que tienen en la oficina. Además, la movilidad es vital. Por eso, necesitan equipos ligeros, con un diseño más delgado y mayor duración de la batería. También deben contar con funciones de seguridad reforzadas, como biometría y autenticación de dos factores, para garantizar que la información permanezca protegida independientemente de dónde se encuentre el trabajador. Por supuesto, los accesorios también deben fomentar la comodidad, el confort y la seguridad. Un teclado y un ratón ergonómicos, auriculares para videollamadas y bases con múltiples puertos para convertir cualquier escritorio en una estación de trabajo, pueden contribuir en gran medida a que los empleados disfruten de la misma experiencia, estén donde estén.
Invertir en comunicaciones unificadas: El trabajo híbrido requiere un enfoque de comunicaciones unificadas (CU) y plataformas de colaboración que lo hagan posible. El hecho de tener a la mitad del personal in situ y a la otra mitad en remoto aumenta drásticamente la carga de TI para las CU y magnifica la importancia de las herramientas de software que pueden identificar rápidamente cualquier problema de CU antes de que surja. Aunque estas inversiones pueden ser grandes por adelantado, es probable que ahorren dinero a la organización con el tiempo. Además, los empleados necesitan acceder a experiencias de videollamada de alta calidad, con frecuencia en múltiples plataformas de CU. Esto significa que hay que hacer un seguimiento de las llamadas y supervisar los picos para garantizar la mejor experiencia. También serán muy valiosas las herramientas de resolución de problemas que puedan identificar simultáneamente las crisis en casa y en la oficina.
Aunque es poco probable que la transición al trabajo híbrido sea completamente perfecta y sin fisuras, los equipos de TI pueden hacer un seguimiento e identificar las áreas que necesitan reconfiguración o ajuste. El número de llamadas fallidas, la latencia del vídeo y los picos en el ancho de banda deben evaluarse y compararse periódicamente para garantizar que los equipos de TI puedan pasar de la experiencia a la excelencia y el compromiso.
¿Qué ocurre con la semana laboral de cuatro días?: El interés por una semana laboral más corta es anterior a la pandemia. Microsoft probó una semana laboral de cuatro días en sus oficinas japonesas en 2019, con resultados positivos que incluían reuniones más eficientes, trabajadores más felices y un aumento del 40% en la productividad. Del mismo modo, el 86% de la plantilla de Islandia ya ha pasado a una semana laboral más corta, o ha obtenido el derecho a hacerlo sin reducción de salario, tras constatarse resultados positivos.
Andrew Barnes, director general de Perpetual Guardian, una empresa neozelandesa que realizó una prueba de la semana laboral de cuatro días, implantó la semana laboral más corta en su empresa. Comprobaron que no sólo se disparó la sensación de equilibrio entre la vida laboral y personal del 54% al 78%, sino que el compromiso del equipo también aumentó un 20% de media. Menos horas en la oficina pueden ayudar a algunos trabajadores a concentrarse más intensamente de lo que lo harían en una semana más larga de cinco días.
Además, una semana de cuatro días también puede conducir a un mayor sentimiento de orgullo, menor estrés y mejor moral. Se calcula que el coste anual del estrés laboral para la economía mundial es de unos 300.000 millones de dólares. Por eso, dar a los trabajadores más tiempo para relajarse puede contribuir en gran medida a mejorar este problema. Un estudio, en el que se encuestó a 1.989 trabajadores de oficina del Reino Unido, descubrió que los trabajadores son productivos sólo durante 2 horas y 53 minutos cada día de trabajo por término medio. Reducir la semana laboral puede suponer reducir las distracciones, las reuniones innecesarias y fomentar el compromiso general.
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