Redes sociales y directivos tech: lo que cuentan y lo que se les escapa
Cuando llamaron a Scott Thompson para decirle si quería ser el nuevo CEO de Yahoo! y aceptó, una de las primeras cosas que debió de hacer es ir corriendo a Facebook, buscar la página oficial de Yahoo! y darle a “me gusta”. Algo que un porcentaje muy grande de personas posiblemente hagan cuando consiguen un trabajo nuevo, pero que, visto así en alguien público, es cuando menos gracioso.
Pero Scott Thompson no es el único directivo tech que ha visto cómo gente buscaba su perfil en redes sociales para ver qué tiene abierto, qué dice, o cuántos amigos tiene. Uno de los que más titulares dio en su momento fue Larry Page, CEO de Google, por su perfil en Google+. Las primeras críticas se debían a lo poco que actualizaba (“ni Larry Page utiliza Google+”, decían algunos titulares). Después se metieron con él también por tener menos seguidores que su archirrival en el mundo social, Mark Zuckerberg, uno de los primeros en abrirse cuenta en la red social de Google.
Eso sí, Larry Page parece haber tomado nota de las críticas y ha enmendado sus errores: se ha convertido en usuario bastante activo de Google+ (este año todavía no ha actualizado, pero su última actualización es del 23 de diciembre, publicitando el anuncio de los teleñecos y los hangouts). Además, ya nadie puede decirle que Zuckerberg es más popular que él: más de un millón de usuarios tienen a Larry Page en sus círculos, mientras que Zuckerberg se ha quedado en los 600.000.
Este cambio, eso sí, podría tener que ver con el hecho de que de pronto el CEO de Facebook decidiera cerrar hasta arriba la privacidad de su cuenta en Google+ y no tenga actualizaciones públicas (no se sabe si privadas). ¿Estará Zuckerberg poniendo a prueba los sistemas de privacidad de Google+ para ver si encuentra un agujero y puede decir que no solo él tiene problemas? De momento, no obstante, esos controles de privacidad parecen funcionar bien y la cuenta de Zuckerberg permanece cerrada a extraños. Larry Page puede respirar tranquilo.