La Enterprise Open Source Conference 2018 regresó a Madrid con nuevo récord de participación, y la intención de acercar las últimas herramientas desarrolladas por la Comunidad, que ya goza de cierta implantación en empresas de muy variado perfil. Openshift, Kubernetes, Azure, Jenkins, Python, JSON, Cassandra, Kafka, Spark, Ansible, Puppet, Chef, Elastic, Couchbase, Eclipse, Solr, AWS Lambda… son nombres que ya tienen que sonar. Y si no lo hacen, es que se está muy alejado del centro de gravedad de la innovación y la disrupción.
Es lo que piensa Julia Bernal, country manager de España y Portugal de Red Hat. “Estamos de nuevo aquí cara a cara, mirando al futuro, y constatando que el Open Source es una realidad. Cuando empezamos con esta conferencia en 2015, ya decíamos que el futuro sería Open Source. En 2016 hablábamos de la eficiencia ahorrando costes; en 2017 era el impacto en la transformación digital y estar abiertos 24×7. Este año queremos mostrar la sensación de libertad que trae la capacidad de cambiar sin restricciones, de llegar hasta donde la imaginación quiera”.
El auditorio del teatro Goya estaba completo, más de 2.000 inscritos, un buen caladero donde echar redes si se pretende cambiar de empresa. Porque según datos de Red Hat, el 98% de las empresas tienen software de código abierto en sus entrañas. “El software está en todas partes. De hecho, todas las compañías van a ser compañías de software. El software marca la diferencia y es la ventaja competitiva, la forma de hacer diferente las cosas y de hacerlas mejor. Y si no se transforma tu empresa en una empresa de software, serán otras compañías de software las que hagan tu producto o den tu servicio”, dice Julia Bernal. De hecho, en esa visión del futuro, para la directiva española todos tendremos que saber programar software, cada uno en función de su nivel o de sus necesidades, sea en la escuela, en la universidad, en la empresa, en el hogar.
Cada vez que arrancamos el motor del coche, 150 millones de líneas de código abierto se han puesto en marcha. Y lo mismo ocurre cuando nos comemos una patata de la bolsa o nos probamos una prenda en un vestidor virtual. Las tecnologías y metodologías del código abierto empresarial están ayudando a empresas de todos sectores a transformarse y mejorar su rendimiento proporcionando la innovación, la agilidad y la eficiencia que demanda la dinámica de la actual era digital. Y en este escenario, se está produciendo otro cambio de tendencia. “Según Gartner, en 2020 el 75% de las aplicaciones serán desarrolladas dentro de las empresas, en vez de ser compradas”, añade la directiva de Red Hat.
Esto será posible gracias a las comunidades de desarrollo de software libre que comparten su conocimiento. Red Hat fue uno de los pioneros en el mundo Linux hace 25 años, y en este tiempo ha participado en más de un millón de proyectos. De aquel sistema operativo de escritorio se ha pasado a unas arquitecturas llenas de contenedores, orquestadores y microservicios que alimentan la nube híbrida (el modelo cloud elegido por el 61% de las compañías). Y en este contexto, Openshift se ha convertido en la piedra angular, en el acelerador de todo proyecto PaaS (aunque la mayoría de los proyectos en España son aún IaaS), certificado en más de 600 plataformas de nube pública. En el mundo, ya son más de 2.000 empresas clientes de esta tecnología, 500 en Europa y de ellas diez del Ibex 35.
Este evento se organiza al alimón por Red Hat y Accenture Technology, que forman un tándem que se complementa de maravilla. Por supuesto, en un mundo abierto cabe todo tipo de combinaciones, y tanto Red Hat está en el portfolio de otros consultores de negocio, como Accenture trabaja con otros actores de renombre en el Open Source. Y es que esto va de puentes. “Estamos inmersos en un cambio de paradigma absoluto, los ciclos tecnológicos no volverán a ser como fueron, ni a nivel vital, cuando uno podía vivir de haber aprendido un solo lenguaje de programación en la universidad, ni a nivel financiero, cuando los equipos se cambiaban cuando establecía su plan de amortización”, explica Adán Plaza, senior managing director de Accenture Technology España, Portugal e Israel. “Y sin embargo, estamos en una especie de glaciación, donde se mantienen sistemas legacy del pasado (el 80% de los datos de la empresa están sustentados así), mientras se requieren nuevos sistemas más ágiles y preparados para afrontar los retos de la economía digital. Para que todo funcione bien, hay que construir los puentes tecnológicos que permitan coexistir ambos mundos”.
La buena noticia es que la capacidad de computación y de mover cargas se ha reducido hasta el punto de estar disponibles para cualquiera en cuanto a coste e inteligencia. “La tecnología puede ser infinita, pero hay que aplicarla a una escala humana. Por eso, la dificultad que encuentran las empresas no está tanto en el manejo de la tecnología, sino en la de cómo abordar el cambio de cultura”, añade Adán Plaza. “Se tiende a conceptos basados en la evolución continua, sustentados por equipos devops con metodologías agile, las empresas no pueden permitirse el lujo de parar sus estructuras, por eso la innovación tiene que estar embebida en todos sus procesos. Esto choca con los desarrollos tradicionales sustentados en técnicas de hace diez o quince años, como el despliegue en cascada. Hay que migrar del concepto monolítico y llegar a piezas ligeras más flexibles con foco evidente en la nube”. El triunfo de la llamada ‘apificación’, por el uso extendido de las APIs.
De hecho, según manifiesta el directivo de Accenture, más del 40% de su volumen de negocio TI se fundamenta en sistemas cloud, custom e infraestructuras. Y lo mismo ocurre con los ‘paquetes’ de software (básicamente SAP, IBM, Oracle, Salesforce…), cuya robustez antes venía embebida en el producto en sí que se instalaba, y ahora tiene un 50% del desarrollo fuera del mismo. “Estos esquemas de integración sin costura del full stack requieren hacer concurrir muy distintas disciplinas y eso es lo novedoso. No se trata tanto de qué aplicación tenemos que comprar o crear ahora, sino de tener una arquitectura preparada, en especial para abordar la explotación masiva del dato”, dice Adán Plaza.
La clave de todo reside en el talento. Accenture, dice, contrata a más de 2.000 personas al año, durante 2017 se revisaron más de 100.000 currículos. Desarrolladores, administradores, ciberseguridad… “los perfiles tech escasean y es un privilegio encontrarlos. Por eso, nuestra política más que de adquisición, se basa en la de creación, manteniendo acuerdos estratégicos con universidades, institutos y escuelas de negocios”. Por su parte, la dirigente de Red Hat señala que el 100% de los inscritos a los cursos de reciclaje para desempleados de sus certificaciones encuentran la inserción laboral. La formación del canal también es estratégica, puesto que el 70% del negocio de Red Hat es indirecto.
“Pero el Open Source no es solo tecnología, es algo más que una cultura, es una actitud, y una forma de entender la vida. Es compartir y colaborar, de manera transparente, basado en las ideas de muchos. Aquí los desarrollos no se deben a grandes corporaciones, sino a la pasión y entusiasmo que ponen muchos desarrolladores, cuyo compromiso es el de mejorar el mundo”, apunta Julia Bernal.
¿Y qué hace una empresa como Microsoft, adalid del software comercial hasta hace dos telediarios, como sponsor platino de un evento consagrado al código libre? Pues hacer de la necesidad virtud. Para explicárselo a la audiencia vino expresamente Marco D’Angelo, responsable del Sur de Europa de Microsoft para el Open Source. “Ya en 2016 decidimos que teníamos que tener las mejores herramientas de desarrollo existentes, y que mejor se ajustasen a nuestra naturaleza. Como señalaba nuestro CEO Satya Nadella, el código es el corazón de lo que Microsoft quiere ser. ¡Hacemos todo con código! Teníamos que cambiar algo internamente en la forma de desarrollar nuestras aplicaciones, y cómo no, llevar todo ese proceso afuera. Nos vimos como una empresa más en su transformación digital, necesitábamos una nube, un modelo de negocio y cómo hacer las operaciones”.
Primero, Microsoft tuvo que ver los casos de uso. Luego, aprender e integrar las herramientas más pertinentes en su plataforma. A partir de ahí, lanzar la innovación creada como Open Source y contribuir asó al ecosistema. “Al final, solo nos restaba hacer compatibles nuestros propios desarrollos con los de la comunidad Open Source y a su vez liberar nuestros logros enfocados a empoderar al desarrollador para que construya el software de la nueva era”.
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