La realidad virtual es una de esas tecnologías de las que llevamos mucho tiempo oyendo hablar pero que no consiguen despegar. Sin embargo, últimamente estamos escuchando algunas aplicaciones que parece que, por fin, pueden empezar a sacar rendimiento de esta tecnología. Sobre todo, aprovechando las posibilidades que brinda la conectividad 5G, aumentando la velocidad y reduciendo la latencia de la conexión.
Una de sus aplicaciones más interesantes es en proyectos inmersivos de formación. Gracias a la realidad virtual, los alumnos se sumergen en espacios con una visión y un sonido envolvente. De este modo, permite introducirse en un entorno donde todo parece real, donde pueden cometer errores sin sufrir sus consecuencias, aprendiendo así a resolver todo tipo de situaciones.
El aprendizaje con realidad virtual, debido a su acercamiento a la realidad, aporta un grado de vivencia que se traduce en grandes beneficios. Por ejemplo, trabaja la empatía y la inteligencia emocional, ya que sitúa a los usuarios en distintos roles. Además, mejora la retención de conocimientos. “Cuando los proyectos están bien diseñados, las mejoras pueden ser muy significativas. La capacidad de retención puede aumentar hasta cuatro veces. Y el periodo de formación se puede acortar hasta la mitad“, explica el consejero delegado de Immersium Studio, spin-off de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
Esta compañía cuenta con varias propuestas que explotan el potencial de la realidad virtual en la formación. El primero de ellos es una iniciativa nacida para aprender a abordar la violencia machista. Los estudiantes de Medicina, Enfermería, Fisioterapia, Terapia Ocupacional y de ciclos formativos de grado superior de Integración Social pueden experimentar una simulación inmersiva donde se encuentran con víctimas de violencia de género que podrían ver en sus consultas. El alumno encuentra situaciones donde debe detectar y trabajar casos con actividades y pruebas a las que se ha de ir enfrentando, tomando decisiones y recibiendo retorno de ellas.
“Eso le permite probar alternativas y aprender de los errores, que podrá evitar más adelante en su vida profesional. Y quizá vea que debe cambiar su tono de voz o abordar el tema de otra manera, sin que ello tenga mayores consecuencias ni afecte a ningún paciente real”, señala Luis Villarejo, cofundador y CEO de Immersium Studio.
La empresa también ofrece cuatro experiencias inmersivas en la formación en Ciencias de la Salud: COVID-19 Space, ITSHEC, Family Approach y TPM Journey. La primera, ha ayudado a más de 20.000 sanitarios europeos a prepararse para trabajar en las UCI en caso de necesidad por la pandemia. ITSHEC es un proyecto para fomentar competencias transversales, como aprender a aprender o desarrollar el pensamiento crítico. Y Family Approach y TPM Journey sirven para formar a profesionales sanitarios en la comunicación de malas noticias y el consentimiento para la donación humana de órganos y tejidos, además de familiarizarlos con el modelo español de donación y trasplantes.
Además, la realidad virtual puede ser empleada en la formación en distintos ámbitos. Por ejemplo, en la prevención de riesgos laborales puede ayudar a reconocer y resolver conflictos. En procesos de selección de personal, es posible utilizarla para hacer pruebas reales a los candidatos. Y también se puede emplear en el entrenamiento de habilidades concretas, como en el adiestramiento de cirujanos.
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