Los grandes proyectos internacionales de economía colaborativa están llegando a los principales mercados iberoamericanos. Por ejemplo, Uber, Airbnb o Blablacar ya han desembarcado en algunos países de la región. Y a la par, un buen número de emprendedores están desarrollando sus proyectos.
“La economía colaborativa no sólo ofrece un nuevo y prometedor marco de aprendizaje para América Latina y el Caribe, sino también un espacio para que la región pueda formar parte de la Cuarta Revolución Industrial. Este nuevo paradigma ofrece importantes oportunidades para favorecer la inclusión social, promover el espíritu emprendedor y desencadenar una ola de innovación que pueda contribuir a resolver algunos de los grandes problemas sociales, económicos y ambientales de los habitantes de la región”, afirma Brigit Helms, gerente general del Fondo Multilateral de Inversiones (FOMIN), en la introducción del ‘I Informe de Economía Colaborativa en América Latina’, elaborado por IE Business School y FOMIN, que se presentó el pasado jueves en Madrid.
Según Ricardo Pérez, profesor de Innovación Digital y Sistemas de Información y director del Programa Master en Gestión y Negocio Digital’ de IE Business School, “la economía colaborativa presenta enormes oportunidades para las economías en desarrollo, desde el punto de vista de optimización de recursos, generación de empleo y generalización y maduración del uso de tecnologías más ligadas al contexto socioeconómico real que a una globalización forzada”.
Sin embargo, todavía hay algunas barreras que frenan su desarrollo. El estudio señala que los emprendedores de la región consideran que el desconocimiento de este tipo de negocio por parte de la población (60%), el acceso a financiación (43%) y la desconfianza de los clientes-usuarios (42%) son los mayores desafíos para el avance de las iniciativas vinculadas a la sharing economy.
Además, su grado de implantación varía sustancialmente entre los países de la región. De hecho, cuatro países representan más de dos tercios (69%) de las iniciativas de economía colaborativa en esta área: Brasil (32%), México (13%), Argentina (13%) y Perú (11%).
Las propuestas más populares son las que se orientan a dar servicios a empresas (26%), facilitar el transporte (24%) o compartir espacio físico (19%). Así, muchos emprendedores están desarrollando proyectos de coworking o carsharing. El informe también indica que predominan las iniciativas que facilitan alquiler o renting (27%), e intercambio (13%), además de ‘mercados de ideas’ donde se ofrece marketing para empresas (13%) o formación (12%).
Hay que señalar que las empresas de economía colaborativa suelen ser de pequeño tamaño, ya que el 63% de ellas tienes diez o menos trabajadores. De este modo, su proliferación podría suponer un importante impulso al autoempleo y a la creación de una red de microempresas que enriquezca el tejido económico de los países.
En cuanto a las expectativas de futuro, el 79% de los encuestados opina que el mercado crecerá rápidamente. Y la mayoría (58%) piensa que entrarán iniciativas globales internacionales, avaladas por su renombre. Por el contrario, sólo un tercio (32%) de los consultados cree que las empresas tradicionales van a entrar en estos sectores, probablemente debido a la dificultad que supone el cambio de modelo de negocio, los menores márgenes o incluso los bienes y servicios implicados en estas transacciones.
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