En Latinoamérica la mayoría de las empresas lideradas por mujeres pertenecerían al segmento conocido como ‘Missing Middle’. Se trata de compañías con necesidades de financiación entre los 10.000 y los 500.000 dólares. Para McKinsey Global Institute, dicha brecha afecta al 23% de las micropymes y pymes de Latam y el Caribe.
Moverse en esta franja dejaría a las empresas con líderes femeninas fuera del radar de los capitales, lo que tendría un gran impacto en toda la región, según asegura la organización Pro Mujer.
Esta institución, en colaboración con el FAIR Center del Tecnológico de Monterrey y Zona Shero, ha realizado una investigación académica que muestras las dificultades de estas emprendedoras.
Para su elaboración se contó con la participación de 290 mujeres que iniciaban sus negocios en México, Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia y Perú a través de entrevistas.
Una de las principales conclusiones del estudio es que el 73% de las pymes de Latinoamérica puestas en marcha por empresarias no recibe los recursos suficientes para su desarrollo.
“Las empresas de las mujeres se encuentran justo en el punto medio, no son lo suficientemente grandes, ni lo suficientemente pequeñas para acceder a financiación. Para las microempresas existen los microcréditos y para las grandes empresas los fondos de inversión, pero para las pymes no hay ofertas de financiación”, explica Carmen Correa, CEO de Pro Mujer.
En números, la deficiencia financiera a la que se enfrentarían las emprendedoras es de 5.000 millones de dólares para las microempresas, mientras que para las pymes es de 93.000 millones de dólares, de acuerdo con la Corporación Financiera Internacional.
Además, las mujeres empresarias de la región también tienen que enfrentarse a otras barreras, como “los estereotipos, la escasez de herramientas económicas y la falta de ofertas de valor hechas a su medida”, señala Natalia Willis, gerente global de representación y género de Pro Mujer.
Los inversores tendrían el pensamiento incorrecto de que las emprendedoras o dedican suficiente tiempo a sus emprendimiento, poseen menos conocimiento financiero, seguridad en sí mismas y aversión al riesgo.
“Más de la mitad de las latinoamericanas invierten todo sus ahorros o incluso su patrimonio para emprender y para mantener ese emprendimiento a flote. Si eso no es riesgo no sé qué es”, asegura Willis.
Además, Pro Mujer indica que los bancos en muchos casos no consideran sus emprendimientos como empresas, sino como proyectos, puesto que existe el estereotipo de que tienen que dedicarse al hogar y a sus hijos.
Únicamente el 13% de las encuestadas logra dedicar todo su tiempo al emprendimiento. El resto combina con otras actividades laborales o familiares, como las actividades laborales o familiares, como estudiar y tener un empleo formal, revela el estudio.
“Las instituciones bancarias siguen tratando a las personas por cómo van vestidas y género, esta es la razón por la que las emprendedoras no están capturando tanto valor como podrían”, asegura Willis.
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