En un momento en el que el mundo empieza a mirar a los unicornios, las startups valoradas en más de 1.000 millones de dólares, con cierta sospecha, hay una que se salva de la quema: Slack. La app de mensajería instantánea interna (y muchísimas cosas más) sigue cerrando rondas de financiación que hacen que su valoración se dispare (está ya en casi 4.000 millones de dólares) y ganando clientes de los importantes. De esos que pagan.
Aunque al principio Slack parecía una app destinada a ser amada por las startups e ignorada por las grandes empresas, la realidad parece apuntar hacia algo distinto. Entre los 20 mejores clientes de Slack hay diez que son compañías que aparecen en el ranking Fortune 100. No se sabe quiénes, pero sí se sabe que en lugares como Samsung, Spotify, el Departamento de Estado de EStados Unidos o la NASA la app se utiliza para la comunicación interna.
¿Utilizan todos los empleados de esos lugares Slack para comunicarse? No. Lo habitual es que sean determinados departamentos los que la adopten, por lo que la penetración dentro de una misma gran empresa es muy irregular. ¿A qué se debe esto? Una razón que irá solucionándose con el paso del tiempo es que Slack funciona mejor con los empleados millennials, que son los más rápidos en empezar a usarla y acostumbrarse a la app. El resto suelen seguir recurriendo al mail hasta que poco a poco hacen el cambio.
La otra gran razón y uno de los principales retos a los que se enfrenta Slack en la actualidad es que, simplemente, el producto no está pensado para ser utilizado en grandes compañías. La idea nació de una startup y para startups, que por algo fueron las primeras en empezar a usarlo, pero la cosa entra un poco en caos cuando tienes que meter y organizar a varios miles de empleados.
La necesidad de ofrecer algo que valga también para empresas con muchos empleados es bastante acuciante, porque ya está perdiendo clientes precisamente por esto. Hace no mucho Uber dejó de usar la app porque la comunicación simultánea de sus miles de empleados era simplemente imposible.
“Slack no fue creado pensando en empresas de 10.000 o 100.000 trabajadores”, aseguraba esta semana Mamoon Hamid, uno de los inversores de la app, en una entrevista en Re/Code. “Hay muchas grandes empresas que tienen docenas de equipos de Slack trabajando de forma interna. Ahora queremos llevarlo al nivel de la compañía matriz y hay muchos retos asociados con meter una compañía entera en Slack… es una prioridad”.
A pesar de todo esto, Slack sigue creciendo y ganando clientes de pago a buen ritmo: un tercio de los usuarios acaban haciendo la conversión, por lo que no hay duda sobre el potencial de la app para generar beneficios. Lo que no pueden, si algún día quieren dejar de ser una startup y pasar a ser una gran compañía, es no ser capaces de escalar la app para que sea útil también para las grandes corporaciones.
En cuanto a la competencia, que la tienen, no parecen estar muy preocupados por ella. La ventaja de Slack, dicen, es su posibilidad de ser casi cualquier cosa, una flexibilidad con la que no cuenta el resto. Solo hace falta que la cosa no entre en caos cuando demasiada gente se quiere comunicar.
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