James B. Comey es el director del FBI y en un reciente discurso ofrecido ante el Instituto del Crimen de Cuello Blanco (delitos financieros, societarios y similares) planteaba las dificultades para encontrar jóvenes expertos en nuevas tecnologías que no fuesen consumidores siquiera ocasionales de marihuana. Literalmente explicó que en el FBI les gustaría poder contratar a muchos de estos jóvenes expertos pero se encuentran con que “han fumado un porro de camino a la entrevista de trabajo”.
Hasta tal punto es significativa esta cuestión que el propio Comey indica que en el seno del FBI han llegado a plantearse si deberían modificar su política de tolerancia cero hacia el consumo de porros. Por el momento las ordenanzas al respecto impiden acceder al trabajo en la oficina federal de cualquiera que haya consumido marihuana durante los tres años anteriores a su solicitud.
Con una autorización del Congreso para aumentar en 2.000 efectivos su personal durante el presente año, y teniendo en cuenta que un buen número de los mismos quedarían asignados a los departamentos que combaten los delitos electrónicos, una prioridad para el FBI debido a su proliferación, Comy afirma que quizá se replanteen su política al respecto del consumo de marihuana de sus empleados debido a que es un hábito presente en una considerable proporción de los mayores especialistas en informática.
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