Desde que al inicio de la pandemia se decretasen los primeros confinamientos la producción industrial se interrumpió en la práctica totalidad de sectores, pero uno de los que casi dos años después continúan sin recuperare, el de la producción de microchips, parece comenzar a afrontar cierto alivio.
Sería, en cierta forma, una luz al final del túnel en forma de recuperación del abastecimiento de semiconductores, aunque según diversos analistas la situación no tendría tanto que ver con la recuperación de la producción como con el estancamiento en la demanda.
Al parecer la demanda del mercado en ordenadores, smartphones, tablets y otros dispositivos electrónicos habría descendido con respecto a meses anteriores, lo que habría permitido un acompasamiento entre la demanda (ahora menor) y la oferta, con una producción que aún sigue seguía sin poder satisfacer las necesidades de la industria y el comercio.
Una demanda de dispositivos electrónicos que experimentó un fuerte crecimiento debido precisamente al confinamiento y la implantación generalizada del teletrabajo, con su correspondiente tirón de ventas en equipos portátiles. La situación devino en “tormenta perfecta” por el avance en tecnologías como el 5G, el Internet de las Cosas (IoT), los drones, la inteligencia artificial, el crecimiento en el mercado de la presencia de automóviles eléctricos, el acceso a Internet vía satélite…
Si la situación se mantiene de esta forma podría significar un cierto regreso a la normalidad, acabando con los cuellos de botella que han llegado, en algunos casos, incluso a ocasionar parones en distintos sectores con fábricas que se han visto obligadas a detener su producción por falta de un elemento como son los microchips. La Asociación Europea de Proveedores Automovilísticos ha estimado entre 4 y 6 millones de unidades los vehículos que se habrán dejado de producir por la escasez aún existente de microchips.
Así, a lo largo del pasado año fueron múltiples los fabricantes, por ejemplo de automóviles, que tuvieron incluso que abordar cierres temporales y expedientes de regulación de empleo puesto que a pesar de contar con todo los demás componentes y piezas necesarias para la fabricación de vehículos, la ausencia de stock de microconductores impedía que las cadenas de montajes continuasen en marcha.
Por tanto, en un contexto en el que la demanda se contrae, el efecto beneficioso puede ser que la misma logre aproximarse a la oferta existente de componentes, de manera que deje de existir un cuello de botella que genera diversas tensiones en variados sectores industriales. Esto, con el tiempo, permitiría que la fabricación de estos componentes se recuperase.
De hecho diversos fabricantes, como Intel, han anunciado planes, ampliando sus instalaciones por todo el mundo, al tiempo que la propia Unión Europea está desarrollando un programa para duplicar durante los próximos diez años la producción local de microchips de manera que se reduzca la actual dependencia de los fabricantes asiáticos, líderes absolutos en el mercado.
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