Desde su aparición Gmail revolucionó el concepto tradicional de los clientes webmail proponiendo una serie de opciones y filosofía de funcionamiento que hasta entonces no se habían visto en servicios tradicionales como los que proponían Microsoft o Yahoo!. Una de las ventajas de esa concepción original fue la rapidez con la que funcionaba todo el sistema, algo en lo que sus desarrolladores estaban muy centrados y que entre otras cosas hacía uso de técnicas de prefetching para ‘adivinar’ el próximo movimiento del usuario y cargar información de forma anticipada.
Estas técnicas han sido ahora mejoradas gracias al estudio continuo de los procesos de carga de las páginas con herramientas como Httpwatch, WireShark y Fiddler, que les han permitido conocer el número de peticiones HTTP que se suceden en la negociación y carga de una nueva página, además de otros muchos datos. Eso les ha permitido acortar aún más los tiempos de carga reduciendo, por ejemplo, el número de cookies -o más bien, su alcance- además de hacer que todas las pequeñas imágenes de Gmail fueran cacheables por el navegador además de utilizar una técnica llamada spriting para convertir pequeños iconos en las llamadas meta-imágenes.
Y sin duda, las mejoras tienen un impacto positivo: Gmail sigue siendo veloz como el rayo a la hora de trabajar con nuestro correo webmail.
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