Vivimos en un mundo hiperconectado. Casi todos tenemos un smartphone con conexión 3G o 4G, GPS, wi-fi, bluetooth y NFC. Y cada vez tienen más presencia los wearables y el denominado Internet de la Cosas.
No cabe la menor duda de que son tecnologías que nos hacen la vida más fácil. Nos ayudan a localizar un destino, acceder a información al instante, saber qué tiendas y restaurantes hay a nuestro alrededor, tomar fotos y geolocalizarlas, subir imágenes a redes sociales desde donde estemos, monitorizar nuestra actividad física e incluso ser fácilmente localizados si necesitamos ser rescatados en caso de accidente o si nos extraviamos.
Pero todo esto tiene un precio: la pérdida de privacidad y la posibilidad de ser localizados. Usar esta tecnología hace que dejemos rastro de cada uno de nuestros movimientos. ¿Y qué pasa si lo que queremos es pasar desapercibidos? Con estos dispositivos es prácticamente imposible.
Por motivos obvios, los traficantes de drogas y otros criminales suelen prestar atención a este tipo de cosas. Por eso, saben que para hacer negocios ilegales es mejor prescindir de tanta tecnología. No obstante, como la droga normalmente no se vende desde la comodidad de un despacho, sino en las esquinas de las calles, sigue siendo necesario contar con un móvil. ¿Solución? Recurrir a los viejos terminales.
Según publicaba Vice hace algunos días, el Nokia 8210 es el teléfono preferido por los ‘dealers’ británicos. Aunque se trata de un estudio nada científico, basándose en las respuestas de algunos ‘camellos’ , sí que marca una tendencia. Quieren teléfonos sencillos, sin GPS, wi-fi, bluetooth o cualquier otra tecnología que permita el rastreo o escucha de las conversaciones.
Y aunque busquen móviles sencillos, no se conforman con cualquier cosa. El Nokia 8210, lanzado en 1999, era el mejor dispositivo en su momento. Es un móvil ligero, pequeño y con una larga duración de la batería, evitando que un negocio pueda echarse a perder por no tener un enchufe cerca. Además, tiene conexión por infrarrojos, que puede ser útil para compartir sin riesgo información entre ‘dealers’ o si se cambia de aparato.
También cuenta con otra curiosa ventaja. Algunos traficantes cuentan con varios terminales, uno para recibir llamadas y el resto para realizarlas. Además, los ‘camellos’ cambian de tarjeta SIM frecuentemente, para evitar seguimientos de la policía. El 8210 contaba con carcasas intercambiables en cuatro colores, por lo que permite diferenciar qué línea tiene cada aparato.
No hay que olvidar que este popular teléfono incluía el sencillo pero adictivo juego de la serpiente. Quizá también sea un aliciente para hacer más llevaderas las horas de trabajo en la esquina.
Así pues, aunque la marca Nokia se bata en retirada, todavía sigue viva en la calle. Además, parece que Microsoft se resiste a dejar morir la marca y a principios de año conocimos el lanzamiento del Nokia 215, un móvil 2G con bluetooth. Es decir, un terminal sencillo y de bajo coste, aunque con notificaciones de Faceboog y Messenger. Quizá no convenza tanto a los ‘camellos’, pero puede ser una alternativa al 8210, que parece tan cotizado en el mercado de segunda mano.
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