De los lanzamientos que hicieron los de Mountain View en el evento Google I/O, hubo numerosos detalles a destacar: las funcionalidades de la nueva versión de Android, las características el tablet made in Mountain View, las futuristas gafas inteligentes y el sorprendente Nexus Q, su centro multimedia de entretenimiento.
Pero en este último dispositivo hay un detalle especialmente llamativo; Google no se ha ido a China para la fabricación del dispositivo -siguiendo la corriente de los gigantes TIC-, sino que se ha quedado en casa y optado por su fabricación en EE.UU.
Esta decisión conlleva un aumento del coste final del dispositivo esférico (299 dólares), que en última instancia, podría afectar en el volumen de ventas. Rechazar los baratos costes operativos del país asiático sólo tiene una explicación: Google quiere acelerar los tiempos de comercialización.
Esto es, la importancia en el time to market.
Pero esta no es la única ventaja: trabajar en casa supone también una relación más cercana con los partners y la posibilidad de vigilar más de cerca que se respete la propiedad intelectual. También un componente psicológico del consumidor: la fuerza de la etiqueta “made in USA”.
Analistas consultados por Reuters estiman que cada unidad le cuesta a Google 150 dólares en componentes. Su fabricación a gran escala en China tendría unos costes de 8 dólares por unidad, mientras que un fabricante más pequeño en territorio estadounidense podría doblar esa cantidad.
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