Poder adquisitivo
La creación de una fórmula comercial que acelerará los mecanismos de pago y las transacciones financieras abre posibilidades de compra garantizadas.
Los adelantos tecnológicos no dejan de asombrar. Un último sistema permitirá al ciudadano de a pie abonar sus pagos en menos de medio segundo, toque de atención para los que siempre vamos pendientes del reloj, con sólo mostrar su tarjeta Visa. Ya sea de débito o de crédito.
El diseño, ideado para operaciones de bajo coste, no mantiene la necesidad de pasarlo por ningún terminal de punto de venta, del mismo modo que tampoco requiere el empleo de alguna clave secreta que lo autentifique. El sentido práctico del invento salta a la vista. Además, y como valor añadido, la seguridad de las transacciones permanece incólume dado el límite de pago máximo que se puede preestablecer antes de ir de compras.
No obstante, y para garantizar aún más los parámetros de esas operaciones tan rigurosas del día a día, si se rebasa dicho importe máximo, el mecanismo pedirá al titular de la tarjeta acciones determinadas de autentificación.
El logro, por tanto, no deja de ser el comienzo de una vorágine de la que tanto el mismo usuario como negocios de todo tipo, tiendas de 24 horas, sistemas de transporte urbano o restaurantes de comida rápida, saldrán bastante beneficiados. Estos últimos, entiéndase, con una cosecha económica más que gratificante.
Por descontado, las entidades financieras asociadas al ingenio aumentarán considerablemente su volumen de transacciones y, con él, esperemos, la dinámica del binomio oferta-demanda comercial del momento.